No quita la mirada de asombro al hombre que tengo enfrente, de igual manera, me ve con una mirada inexpresiva. Mi cuerpo no se mueve, esta estático como si tuviera la parálisis de sueño con los ojos abiertos; quiero gritar, moverme, pero el cuerpo no me responde. No hablo, ni siquiera parpado.
El rubio se percata de mi inmovilidad, rápidamente se quita de mí, me extiende su mano como anteriormente lo hizo, cuando chocamos en la calle y me ayudo. Solo que esta vez la ignoro. Logro recuperar la estabilidad; parpado y con ese movimiento todo mi cuerpo responde. Lentamente me levanto ajustándome la sabana y me quedo de pie mirándolo.
Estoy demasiado desconcertada que no sé qué pensar ante sus palabras, el cómo reaccionar.
—No tengas miedo de mí. No te haré daño.
El trata de acercarse a mí, pero me alejo con miedo y desconfianza.
—Vine a confirmar que no estás muerta, vine a protegerte.
—No sé de qué hablas, me estas confundiendo.
Me alejo de él para evadir el tema, camino hacia la salida sin tener noción hacia donde ir. Al dar el segundo paso de nuevo su voz me detiene.
—Sé que eres tú...eres Aina Ivanova. La hija de Alessandro, el padrino...
Bruscamente giro de nuevo hacia él para enfrentarlo e interrumpo sus palabras.
—No. No soy esa persona. Me confundes.
Pensé que negarlo lo haría cambiar de opinión, pero él se aferra.
—A mí no me puedes engañar. Se perfectamente que eres Aina y tu padre es el padrino de Rusia.
El cuerpo me tiembla, pero no sé si es por el miedo o por el frio. Quiero mostrarme segura, pero el solo saber que él sabe sobre mi verdadera identidad me aterra la idea que alguien más sepa que yo estoy viva, de mi falsa identidad como Sharon.
—Aina está muerta —confirmo mis palabras con seguridad.
—Tu eres Aina, y no, Aina no esta muerta. Vine a confirmar que realmente eres tu y no me equivoque.
El alto hombre se aferra a decir que soy, su mirada muestra la seguridad de sus palabras. Se ve tan seguro de lo que dice que estoy comenzando a creer en él.
— ¿Cómo sabes eso? Todos saben que Aina no existe más.
Me atrevo a preguntar. Esto es delatarme, pero necesito saber cómo llego a mí.
—Eso creen todos. Solo yo sé que aun sigues viva.
No lo conozco, no tengo recuerdos de él, no lo reconocí cuando tropecé con él en la calle. No sé cómo me conoce.
— ¿Quién eres? —mi voz tiembla por la ráfaga de aire que golpeo en mi mojado cuerpo. Miro por donde entro el frio aire, la ventana de la sala esta semi abierta.
Dejo de mirar la venta de cristal con bordes blancos y me enfajo en el rubio al escuchar su voz.
—Sube a cambiarte, te contaré quien soy y qué está pasando.
Rápidamente me niego a saber sobre mi verdadera identidad.
—No me interesa saber qué está sucediendo.
No me espero a escuchar su argumento y me voy de ahí.
—No deberías ignorar lo que está ocurriendo. Eres Aina y no puedes seguir escondiéndote... Te harán daño.
Mis pasos se detienen al escucharlo. Lo único que puedo pensar sobre sus palabras es en el accidente de mi esposo y la desaparición de mi amiga, por ese motivo él está aquí.
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Falsa Identidad: Amores que hieren (2do libro)
Narrativa generaleLa comprensión es el primer paso para la aceptación y sólo aceptando se puede recuperarse. Yo he aceptado mi pasado, soy consciente de lo que fui y lo qué sucedió a pesar del doloroso y fatal destino que pasé. La vida me dio otra oportunidad para am...