Susiferasa

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Mientras tanto, Susana se dedicaba a trabajar en la cabaña. Ya que Soos era el nuevo Sr. Misterio, alguien debía reparar todo.
Los clientes llegaban, el tour comenzaba, la mercancía volaba, los dólares recibían. Un día de trabajo común.

Susie estaba acostumbrada al ajetreo. En su hogar era común ver movimiento desde la mañana, así que no tenía más opción que fluir con ello para mantenerse relajada. Era algo que ella y Wendy tenían en común. Pero a diferencia de ella, se esforzaba en hacer todas las tareas que le encomendaban. Todo bajo sus audífonos de diadema.

-Oye Wendy, ¿Sabes en donde van estas figuras?

-En el estante de siempre.-Le respondió sin apartar la mirada de su revista.

Aunque era un tipo feo, cabezas móviles de Stan nunca pasaban de moda. La gente tiene gustos extraños algunas veces.
Cuando todo se halló en orden, Susie se sentó en el mostrador.

De su mochila, sacó una libreta, una goma de borrar y unos lápices 6H y HB.

Wendy apartó los ojos de su revista. Notó que su compañera hacía movimientos raros.

Movía todo el brazo izquierdo para hacer trazos, torcía el cuerpo hacia la pared y volvía a rayar en la libreta una y otra vez. Mientras hacía gestos que delataban su concentración.

-Susie, ¿Qué estás haciendo?

-Pues, dibujando.

-¿Qué dibujas?

-Al pez que está colgado en la pared. Creo que es uno de esos peces cantantes de plástico. Es muy gracioso.

-Eso luce genial. Me gusta cómo se ve su camiseta.

-Gracias.

Y continuó trazando. Le hizo el estampado de flores, las escamas y el brillo de las gafas. Para darle color, tomó algunos lápices de colores. Al mover la libreta para pintar, una hoja suelta cayó de ella. Susie entró en pánico, de modo que se apresuró a tomarla.

-¿Qué es eso? ¿Puedo ver?

-No-ooh-

Le respondió aprisionando su libreta contra su cuerpo.

-¡Déjame ver!

-¡Qué no!-

Estaba decidida a no enseñarlo. Con los trazos al reverso, tenía la hoja en su mano derecha, estirada y lejos de la pelirroja.

Wendy subió al mostrador. La empujaba del hombro, intentando alcanzar su mano. Por su peso, Susie estaba siendo llevada al suelo con la libreta al filo de la mesa. Como era mucho más alta que ella, fue fácil para la pelirroja tomar el dibujo de sus manos. Y la pelinegra cayó al fondo, justo al lado de la caja registradora.

Con la hoja en sus manos, su rostro de emoción se hizo una mueca de extrañeza. Hizo un esfuerzo por contenerse, pero al final estalló una risa.

-¿Es en serio, Susan?

-¿En serio qué?- Dijo desde el suelo. Ella comenzaba a molestarse.

-No entiendo tus gustos. Pero deberías decirle lo que sientes.

La hoja de papel mostraba un dibujo a lápiz que recordaba a la popular leyenda de los volcanes. Un fornido Stanford se encontraba vestido con taparrabos y unas sandalias. Ataviado con una capa y un penacho de plumas de quetzal. Mientras cargaba en sus brazos a una Susana dormida. En el dibujo, usaba un vestido de manta blanca.

-Es la leyenda de los volcanes. Es como Romeo y Julieta, pero azteca. Y mueren convertidos en volcanes.
Pero no le digas al Dr. Pines. No quiero que vea esto... Y se ría.

La guitarra del Diablo(Gravity Falls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora