❝ Capítulo IV ❞

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Habían pasado al rededor de dos días y ninguno había recibido alguna noticia de su amigo. Kenny había terminado avisando a Kyle y a Cartman por lo que se les habían sumado a hacer compañía, aunque él sabía que posiblemente el castaño sólo se encontraba ahí para no dejarle solo. A pesar de que era poco tiempo habían sido dos días largos, teniendo que dividirse entre ellos sus horarios para poder estar al pendiente de su amigo y llamar al resto en cuanto les dijeran las más mínima cosa.

Su mirada estaba fija en el techo de la sala de espera, se encontraba recostado sobre las piernas de Cartman y las suyas se encontraban sobre las de Kyle, al escuchar pasos dirigió su mirada a dónde provenían, una leve decepción se dejó ver cuando sus orbes azules captaron a Tweak y Craig dirigirse a ellos con algo de café y comida; rápidamente se reincorporó en su asiento, los otros dos aceptaron un poco de lo que el rubio llevó.

Nuevamente se oyeron pasos y una puerta ser abierta y cerrada, el doctor que atendía a Stan por fin había salido, sintió una enorme preocupación y pensó lo peor pero rápidamente sus ideas se desvanecieron al ver a Sharon y Randy un poco menos miserables.

—¿Entonces, cómo está, por fin nos dirá?—habló Kyle rápidamente poniéndose de pie.

—Él claramente no está bien, no voy a mentir, deberá quedarse aquí hasta que nos aseguremos que su cuerpo pueda recibir nuevamente los alimentos sin tener que regresarlos en menos de una hora—el pequeño grupo asintió.—Por ahora debe descansar y si sus padres lo permiten podrán entrar a verle.

Aquel adulto se despidió y alejó de ellos para darles espacio, los cuatro chicos entonces voltearon a verlos a ellos.

—Bueno...Sharon y yo debemos volver para tomar un baño y comer algo—habló Randy llamando su atención.—Supongo que, por ahora, pueden estar con él.

La realidad era que él no quería que se acercaran a su hijo, ni siquiera quería decirles que ellos estaban ahí pero quería creer que aquella decisión no lo haría arrepentirse e incluso podría hacer que su hijo mejorara más rápido.

Los otros cuatro no perdieron el tiempo en agradecer y entrar a la habitación una vez que ambos padres se retiraron. Claramente no esperaron encontrar lo que sus ojos veían.

El pelinegro se encontraba recostado sobre una camilla, a su lado izquierdo se encontraba aquel aparato que medía que su frecuencia cardíaca  estuviera en orden, tenía algunas agujas en los brazos, un suero a su lado derecho y aquello que le ayudaba a respirar; se encontraba con los ojos cerrados y su respiración era lenta y tranquila por lo que aquello les hacía suponer que se encontraba dormido.

Aún así, el primero en acercarse fue el pelirrojo, se hincó a su lado y tomó una de sus manos con extremo cuidado, como si su simple toque fuera a hacer que se rompiera pues esa era la impresión que se daba.

—Stan...¿Estás despierto?—habló bajito pero lo suficientemente alto para ser escuchado.

—No...pero no les digas—recibió aquello como respuesta y con el mismo tono.

Los otros tres chicos quedaron desconcertados tras oír aquello, fue entonces cuando Kenny se acercó—él manteniéndose de pie—y con un leve tono de molestia fingida habló.

—¿Porqué dices eso? ¿No quieres vernos?

Fue ahí cuando Stan abrió uno de sus ojos levemente, al verlo sonrió un poco, tuvieron que esperar a que pudiera abrir sus ojos y acostumbrarse a la brillante luz del día. Una vez que lo consiguió y recorrió toda la habitación un par de veces, dirigió su mirada nuevamente al dr sudadera naranja y alzó un poco su mano sólo para hacerle aquella seña obscena.

𝑫𝒆𝒂𝒅𝒍𝒚 𝒔𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora