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narrador omnisciente

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narrador omnisciente

El invierno había llegado, con ello el clima había bajado al punto de hacerlo temblar hasta los huesos, sus mejillas se tintaron de un lindo tono rosado y sus labios estaban humectados con grandes cantidades de bálsamo, si no lo hacía estos comenzarían a arder por el frío.
La florería estaba adornada con flores invernales: Narcisos, Crisantemos, Camelias, Begonias, entre muchas otras, a pesar de no tener tantas visitas en esta época a Levi le gustaba ver a las familias ocasionales pasando a comprar unas cuántas antes del 25 de diciembre, que por supuesto, no sabía que haría, tampoco hay demasiado en lo que pensar. Su familia permanecian aún dentro de Kioto, y no era como que quisiese ver a su madre reprochandole cada decisión que había tomado.

Afuera había una pequeña tormenta de nieve, y hacía unas cuantas horas que nadie se aparecía en la puerta. Suspiro pesado con té de cereza en las manos cálidas y el pelo callendole sobre la frente mientras perdía el tiempo en el teléfono viendo algunos vídeos.
La campana de la puerta sonó estruendosa, fue cerrada con fuerza y rapidez dejando entrar el aire helado y unos cuantos copos de nieve sobre sus hombros y contra su cara, su cuerpo tembló enchinandole la piel.
Volteo algo sorprendido por la llegada, el hombre frente a él estaba empapado y con el pelo desordenado sobre el rostro, y las mejillas rojas. trago saliva.

–mierda, lo siento. No quise entrar así, pero la tormenta afuera está algo violenta.– Paso sus manos por encima de su ropa y tratando de acomodar su aspecto desordenado paso ambas manos por sobre su pelo dejando la frente destapada, y algunas hebras de cabello escapándose a través de sus dedos. –Espero no haberte asustado– una sonrisa coqueta espero en sus labios con ojos fulminantes, Erwin había llegado de nuevo, hace unos días que no lo veía, así que probablemente sus ojos estaban llenos de sorpresa.

–Oye, oye.– se acerco a él con zancadas grandes, Erwin no vestía nada más que su traje, que ahora estaba empapado. –No deberías estar afuera solo con eso puesto, ¿dónde están los abrigos que siempre tienes?– Quitó su bufanda poniéndola sobre el cuello del contrario, luego del ajetreado movimiento por fin lo miro a los ojos– ¿Que haces aquí con esa tormenta afuera?–

–¿Que haces tú aquí con esa tormenta afuera?– Levi le dió una sonrisa amistosa alejandose de la cercanía que sus cuerpos habían tomado en algún punto de la charla. Ambos se habían convertido en buenos amigos, Erwin venía sin falta al finalizar la semana por camelias y rosas.

–Trabajo aquí, déjame darte algo para secarte, vas a resfriarte con eso puesto.– Y como si un peso muerto se desplomara sobre su espalda al dar la vuelta, el rubio hundió su cara sobre el hombro de Levi. El corazon del más bajo se aligeró. –¿E-erwin?–

–Quedate así solo unos minutos– su voz estaba rota, como si un nudo en sus garganta se apretara con cada palabra

Nota:
A partir de aquí los capítulos serán un poco más extensos. Me disculpó si no puedo ser constante, intentaré serlo en estos días. Gracias por leer

Sobre ti || EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora