23. Juramento

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Acabamos de comprar los boletos para el concierto al que asistiremos.

Gracias a la pequeña chica que siempre va a lado mío, conocí malas palabras. Ya que ella se comenzó a pelear con el chico que vendía los boletos. El ¿Por qué? No lo sé.

Ahora nos encontramos caminando hacia el panteón. Ella carga unas valedoras y flores al igual que yo.

—¿Para qué es todo esto?

—Es para adornar la tumba de mi abuelita, ya lo verás.

Seguimos caminando hasta llegar a dicho lugar, al llegar noto que hay demasiada gente afuera con las mismas cosas que nosotros.

Cuando entramos hay personas regalando ¿Comida? Si comida. Yo amo la comida, México es estupendo.

—¿Qué es eso? —susurro en el oído de Angela.

—Es champurrado y churros, toma uno —me dice igual en un susurro.

—Toma chico, espero que te guste —me habla una señora.

—Muchas gracias —le regalo una sonrisa.

Angela hace lo mismo que hice y nuevamente camina a mi lado.

—Esto sabe delicioso —digo tomando del vaso.

—Y tu español es muy bueno —me dice Angela. Y eso es verdad sin darme cuenta, ya podía hablar español mucho más fluido, ya no me trabo al hablar, entiendo mucho más rápido, pero mi acento no es bueno. —A mí me paso lo mismo.

—¿A qué te refieres?

—Papa me "castigo" exactamente porque no dominaba el inglés, pero en cuanto comencé a hablar contigo mi inglés fue fluido.

—Oh... Así que soy como un tipo de amuleto de la buena suer... —dejo la oración al aire, porque cuando miro a mi alrededor las tumbas se ven hermosas llenas de veladoras y flores. La lumbre resalta muy bien gracias a la oscuridad de la noche. —Esto es hermoso.

—Lo sé... No tienes ni idea de cuanto amo estar aquí, camina con cuidado, no te vayas a caer, dicen que si lo haces los difuntos te jalan las patas en la noche.

Yo comienzo a reír por lo que dijo —Eso es ridículo —y en ese momento caigo en una tumba la cual aún no está adornada.

—Gracias por caerte encima de mi abuela, ahora te jalará tus patas —me da una mirada burlona y comienza a reírse.

—Ya no es gracioso Angela —me paro de la tumba y comienzo a limpiar la tierra que hay sobre mi ropa, en ese momento me doy cuenta de que mi champurrado se derramó en el piso —Mi champurrado —hago un puchero.

—Ten, tomate el mío, yo adornare —me ofrece su vaso.

Comienzo a tomar el delicioso champurrado mientras que veo cada uno de los movimientos de Angela, lo hace con tanta precisión y entusiasmo. Después de unos minutos ella acaba, se ve feliz pero también melancólica. Le doy un vistazo a la pequeña placa de metal que hay ahí <<Petra Cazales Castro 1946-2018>>

—¿Apenas murió?

—Si el 4 de enero, hace muy poco a decir verdad —una lágrima sale.

—Lo… lamento tanto —me acerco a ella y la abrazo por detrás.

—No me pude despedir de ella, unos días antes de que muriera, quería visitarla, pero mis papás no me llevaron —ella da una pequeña risa —es gracioso porque es como si lo hubiera presentido, pero no pude hacer nada. Cuando murió... No llore, en verdad no lo hice.

—¿Por qué no?

—Porque, no lo sé, veía a todas mis primas llorar, pero sinceramente sus lágrimas las veía muy hipócritas, sí, suena ridículo, pero así yo lo veía. Y aunque yo sí me sentía triste, no quise llorar, sentí que si lo hacía todos se burlarían de mí porque casi no estaba con ella. —se da la vuelta y pone su cabeza sobre mi pecho.

𝔊𝔬𝔱𝔞𝔰 𝔡𝔢 𝔞𝔤𝔲𝔞 𝔡𝔲𝔩𝔠𝔢 [Terminada ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora