Capitulo 48
Maya estaría a salvo, estaba seguro de ello. Él, estaría bien. Era un hombre temido, respetado, pero muy querido. Había hecho millonarios a repartidores de droga de burdeles. Había llenado bolsillos y esparcido lujos a personas que su mayor logro había sido cien dólares por entrega. Tenía la seguridad de que estaría muy bien luego de que entrara por esa puerta, el miedo se paga con lealtad. El lo sabía, la prueba de ello era él: Carmelo.
El rostro de Maya una y otra vez pasaba por su memoria, su rostro tan precioso, tan inocente, tan buena. Porque era cierto, ella era buena, muy buena en realidad. Era lo mejor que le había pasado en la vida y él, la había traicionado de la manera más cruel. ¿Cómo fue capaz de hacerlo? Después de todo lo que vivieron, lo que superaron juntos. Después de todos los te amo, los besos. ¿Volvería a besarla? Rogaba al cielo poder hacerlo, rogaba a Dios que si salía con vida de eso le permitiera apreciar su rostro aunque sea una vez más. Ese sería su castigo, su castigo por haber traicionado su amor. Un amor sincero, pero que había sido débil en confíaza por parte de él.
Si tuviera la oportunidad, si el universo le permitiera volver a tenerla como antes, juraba por su vida que jamás volvería a lastimarla, a desconfiar de ella. Ahora solo le quedaba el arrepentimiento, aunque sabía que de nada servía arrepenrirse, el daño ya estaba hecho. Debía cambiar totalmente por ella, aunque no la tuviera junto a él.—Sé que estoy muerto. —dijo Carmelo una vez entraron a la casa.
Casa llena de recuerdos cabía destacar. Malos recuerdos en general. Es que era cierto, no había un recuerdo bonito en ella. Solo golpes, gritos, drogas y sangre. Es lo que recordaba desde que tenía cinco o hasta mucho antes, no lo recordaba muy bien. Pero si sabía con toda la seguridad del mundo que eso no es lo que se le debería enseñar a un niño pequeño.
—Es cierto. —solo dijo con tranquilidad mientras se sentaba en el piso. La pistola seguía en su cabeza de forma insistente. —Aunque si tú intención es matarme y así lo logres, tú no saldrás vivo de esta. —frialdad en eso se había convertido en un segundo.
No había signos de desepero, de miedo como hacía unos momentos que tenía a Maya en frente, ahora solo quedaba frialdad. Muy conocidas entre ellos.
—¿Ya no lloras? —le preguntó Carmelo con la burla vibrante en su voz. —¿No lloras más por la niña esa?
Dimitri sonrió. Con solo verlo sabía que Carmelo estaba mal, estaba enfermo y él la verdad no sentía miedo aunque hubiera la posibilidad de no salir de eso. Dimitri creía que ya había perdido todo lo bueno de su vida y solo esperaba que ella pudiera ser feliz, y cumpliera todas sus metas, aunque él no estuviera ahí para verla.
—Ya no es una niña Carmelo, y yo tampoco lo soy. —respiró hondo. Un ruido leve se escuchó dentro de la casa.
Esta vez el hombre con el arma fue quien sonrió sin gracia alguna.
—No tardaron en llegar tus perras. —levantó la vista de un lado a otro cambiando la expresión drásticamente. —No se te despegan.
El sonido era leve, demasiado leve. Sin embargo ambos tenían mucha experiencia en el ámbito de esconderse cuando era necesario.
—Igual que tú con mi padre. —su lengua pasó por encima de sus dientes de forma cínica. —Tampoco te separabas de él. —soltó una risa seca. —Te veía a ti más como hijo que a mí, o espera, eso no era lo que tú querías, ¿Cierto?
Se burló. Era una burla cruel porque él más que nadie entendía lo que era amar. Él estaba enamorado, y podía entender de cierta manera el sentimiento que abarcaba al hombre. En el amor no había razón que logrará mandar las decisiones que hacíamos por el.
Carmelo había hecho muchas cosas por sus padre, cosas que no podía ni llegar a imaginar. Pero, podía entenderlo, claro que podía sin ningún problema. Dimitri, un hombre que había investigado a su ex novia por meses para buscar la manera de volver a tenerla cerca aún cuando la odiaba por pensar que lo había traicionado. Sí que lo entendía. Definitivamente la razón no mandaba sobre el amor.
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Punto débil © (Versión Corta)
Romance-No te entiendo. Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas. Él soltó una fuerte carcajada. Rompió su corazón lo sabía, pero daba igual, eso era lo que ella había conseguido con sus acciones. -¿Enserio no lo notaste? -preguntó con burla. -¿Eres...