papá sustituto; trueno ✓

U N O

Bárbara'

Ella juró que aquella fiesta iba a estar piola.

Gabriela me atormentó toda la semana, pidió y rogó que la acompañara y terminé accediendo.

Me prometió que sería increíble y que necesitaba conocer gente nueva.

Pero yo ya la conocía.

Nunca fui muy sociable con la gente, supongo que fortalecí mi vínculo con ella porque trabajamos juntas en la misma empresa.

Como era una empresa de material quirúrgico y ella era una de las vendedoras, conoció a un pibe que es doctor y que la invitó a una fiesta.

No tenía idea de que esa joda volvería a la vida después de tantas semanas.

Acá estoy, mirando con incredulidad el test positivo en mi mano, sentada en la esquina de mi baño.

Pensé que no podía empeorar, pero no me acordaba quién era el papá

No me acordaba mucho de esa joda en una enorme mansión.

Solo recuerdo sus ojos azules y su cálido cuerpo contra el mío, recuerdo su agradable olor y su voz ronca, pero si lo pusiera frente a mí, nunca lo reconocería.

Esta es una de las razones por las que normalmente no salgo.

Bajé la cabeza y la coloqué entre mis delgadas piernas. Esto no me puede estar pasando a mí, solo a mí. Embarazada a los veintiún años de un pibe desconocido, felicitaciones, ganaste un premio a la burra del año.

Sería tan gracioso decirle a mis papás... mis papás.

—¡Mierda! —levanté la cabeza en estado de shock.

Mis hombros se sentían pesados ​​y sentí que el sabor amargo subía a mi garganta, era hora de inclinarme hacia el inodoro y expulsar todo.

Gabriela entra corriendo a la oficina y cierra la puerta con llave tan pronto como entra. Sus tacones hacen ruido hasta que llega al frente de mi escritorio y sostiene ambas manos, inclinándose hacia mí.

Hizo una mueca al ver mi rostro con ojeras y ojos rojos. Por eso no me había aparecía en el trabajo en tres días e ignorabe cualquier tipo de mensaje.

Sin embargo, hoy decidí enviarle uno: estoy embarazada.

—¿Vos que, Bárbara? —preguntó, frunciendo el ceño.

—La concha de la lora! —dije, lo último que quería era perder el trabajo.

—¿Embarazada? —preguntó suavemente. Asentí y ella puso una cara triste.

—Si, voy a pasar la navidad embarazada y aislada en mi departamento sola.

—¿No vas a ir a la casa de tus viejos? —preguntó ella confundida.

—Si llego embarazada y encima sin el papá, se mueren.

Pueblo chico, mi papá es antiguo, mi mamá entonces... Definitivamente me clavarían a la pared y me cagarían a palo.