22✓Enemigo

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—Te dije que era una mala idea, imbécil—Escucho pasos pasearse por toda la habitación.—No podemos usar a nadie como conejillo de indias, maldito idiota, mira el estado de Celeste.

No tengo idea con quien está discutiendo Salvador porque la otra persona no responde, solo siento su pesada respiración. Me siento débil, estoy tratando de abrir los ojos, porque mis brazos no se dignan a moverse, mis piernas menos.

—Deja de llorar idiota, es la mujer más fuerte que he conocido, estuvieras tu en su posición ya hubieras pasado al purgatorio, deja de subestimarla. —Ahora reconozco la voz de Austin.

No sé que rayos pasó después de que Terra absorbiera mi energía, solo sé que por obvias razones estoy en la sala de recuperación, no porque le importe mi vida a Abdon en lo más mínimo, es porque sigo siendo elemento natural. 

—¿Si es fuerte como dices por que no le dices la verdad?—El ambiente se siente tenso—Ella merece saberlo, no sé como puedes mirarla a la cara sosteniendo ese secreto. 

—¿Por qué es importante para ti que se lo diga?—Escucho un estruendo—Ahora me doy cuenta que eres un maldito inmaduro, quieres que ella lo sepa porque así cambiaría conmigo, porque tal vez, solo tal vez llegue a odiarme. 

Lo peor que podría confesar en este momento Austin es que está enamorado de mi, pero no tengo tiempo para perder, quiero levantarme de esta maldita cama y empezar con el plan, pero al parecer a ellos les parece mejor pelear por alguna estupidez.

—Malditos imbéciles—Bufo con molestia mientras intento levantarme de la camilla, arranco de mi muñeca la canalización y con mi vista nublada busco en la habitación tarros de suplemento.—Pásame esa mierda.—Señalo con mi dedo el tarro de suplemento que Austin de inmediato me tiende.

De un solo sorbo lo bebo todo y me voy sintiendo un poco mas fortalecida, me estaban inyectando el suplemento por el catéter ya que evidentemente no lo podía tomar, pero ahora que lo hago su eficiencia es casi inmediata.

—Debes guardar más reposo Celeste, solo llevas dos días aquí—Mis ojos se abren tanto que siento que en cualquier momento saldrían mis orbitas rodando por todo el pasillo.—Quien sea que te atacó lo hizo para dejarte en cama.

—¿Dos malditos días?—Pregunto aún sin creerlo a lo que Austin y Salvador asienten. —Necesito que me lleven a donde sea que se encuentre Ferideh.

Ambos me miran como si estuviera demente, en verdad suena demente lo que acabo de decir, pero necesito con urgencia a esa perra. 

—Tienes que descansar Celeste, por favor—Salvador me mira cual desquiciada y patética, odio que me mire con lastima, si supiera que voy a salvar este maldito lugar dejaría de subestimarme. 

—Vamos—Austin me hala del brazo direccionándome hacia la puerta—Te dije que dejaras de subestimarla, en serio a veces creo que los siglos hicieron que tu maldito cerebro se pudiera.—Mira a Salvador con desprecio. 

Sigo a Austin por el pasillo quien no ha soltado su agarre de mi brazo derecho, pero antes de que podamos llegar a las escaleras mi brazo izquierdo es halado por alguien más.

—Austin tiene algo que confesarte—Salvador me habla pero su vista está puesta en Austin.

—No es el momento—Interfiero cuando Austin se acerca a Salvador.

—Dile de una maldita vez, tu que dices que no hay que subestimarla, lo has hecho desde que la conoces.—Suelta mi brazo con más fuerza de la necesaria, lo cual no paso por alto.—Austin te asesinó, Celeste.

Tardo un poco en asimilar lo que me acaba de decir, pero entendiendo a lo que se refiere Salvador; el imbécil de Austin fue quien me arroyó como un maldito cerdo en la calle, mi ultima caminada estando viva. Suelto la mano de Salvador de un jalón y camino rápidamente hacia donde se encuentra Austin, este me mira asombrado y asustado a la vez pero no se inmuta ante mi amenaza, de repente me lanzo hacia el tomándolo del cuello y clavo mis labios en los suyos, causando que este jadee de sorpresa. 

Hasta yo estoy sorprendida.

Pero este par de idiotas no entiende que mi vida fue una completa mierda, que todo mejoró desde que morí, que ahora si tengo un objetivo, estando muerta pero lo tengo.

—No sabes cuanto lo agradezco—Lo miro separando nuestros cuerpos del apasionado beso que nos dimos, porque a mi sorpresa primero lució como si no quisiera devolver mi beso, pero luego me tomó de la cintura y me apretujó contra su cuerpo.

Ambos se quedan mirándome sorprendidos, cuando llego a la planta baja freno en seco, estoy pensando con la cabeza caliente, hacer eso, en este momento significa que nos pueden descubrir, para Abdon sería muy ilógico que actuara de esta manera buscando de inmediato a Ferideh. 

Pero antes de poder seguir pensando en otras opciones ella viene a mi.

—Si que eres una completa imbécil.—Me mira con asco mientras yo solo tengo brillo en mis ojos, agradecida con que ella viniera a mi.

Me acerco a ella de manera peligrosa, lo cual no la hace retroceder, cosa que me asombra.

—Hablé con Terra—Susurro tomándola del cuello, simulando que la lastimo, sus ojos casi se salen de sus orbitas de la sorpresa, pero no permite que más de su expresión nos deje en evidencia. 

—Eres peor que una imbécil, más te vale que nadie te haya escuchado, maldita estúpida o no habrá valido la pena toda esta mierda. 

La empujo lejos usando toda mi fuerza a lo que cae de culo en el asfalto.

—Vete a la mierda, zorra aguada.

Me adentro al auto de Salvador que me mira esperando una respuesta, pero niego, no quiero contarle nada aún, no aquí. Es evidente que él escuchó y que Abdon nos vio, ojalá no sospeche, aunque no tiene porque hacerlo. 

—No puedo contarles todo, mierda, ni siquiera sé si puedo hacerlo, debo volver a la cueva.—Mis dos amigos me miran como si de verdad estuviera desquiciada. 

—Celeste, descansa por favor—Salvador me mira con tristeza o algo de pesar.

Llegando a mi casa, salgo apresurada hacia la entrada, evidentemente no me creerían pero no se cual paso debo seguir, no puedo acercarme de la nada a Ferideh, no puedo cometer un error y enviar todo al demonio.

—¿Qué pasa?—Austin sostiene mi brazo impidiendo que suba directo a mi habitación—¿Descubriste algo en la cueva? Dime que si valió la pena enviarte allá.

—¿Ustedes ya sabían algo de esto?—Solté mi brazo de su agarre con fuerza.

Austin me sostiene la mirada, afirmando mientras Salvador mantiene su cabeza agachada. 

—No sabemos más que tu ahora, pero teníamos la pista de que en la cueva había algo mas.—Responde Austin mirando a Salvador que permanece en silencio.

—¿Qué más saben?

—Nada más, Ferideh no nos dijo nada más—Me sorprende la voz de Salvador.

Esto si que me toma por sorpresa.

—¿Ferideh?—Pregunto sin poder creerlo.

—Si, ella tiene información que nos ha compartido de a poco, no quiere que sepamos mucho.—Austin es el que habla, ya que al parecer Salvador volvió a entrar en trance.

—¿Por qué yo no sabía al respecto?

—Eres un poco...Impulsiva y teníamos que enviarte a la cueva a que descubrieras todo por tu cuenta. 

—¿Ahora soy impulsiva?—En realidad lo soy, pero no lo admitiré—¿Por qué no pensaron en eso cuando me enviaron allá como un puto experimento? ¿Por qué confiaron ciegamente en Ferideh y no en mí?

Ambos me miran pero no dicen absolutamente nada, ese silencio solo me da la razón. No confiaron lo suficiente en mi.

—Lárguense. 














Después De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora