Bárbara'
Cuando entramos en el pequeño pueblo, estaba claro que era bastante antiguo.
Los niños corrían por la plaza, las señoras chismeaban en la vereda y todos los vecinos se saludaban.
Era imposible no conocerse allí. Siento un escalofrío recorrer mi espalda al recordar cómo un pequeño pueblo tenía una gran lengua.
Como dicen por ahí pueblo chico, infierno grande
—Ya están decorando. —observó Mateo y yo sonreí afirmando.
Para ellos era normal decorar la ciudad, se tomaban muy en serio las fechas conmemorativas y todos los vecinos se ayudaban entre sí para poder tener un ambiente colorido y animado.
En las noches de navidad, después de la cena, todos se reunían en la plaza para una confraternización.
—¿Qué le vamos a decir a tus viejos? —pregunta cuando pongo el freno de mano.
—No sé, vamos a tener que improvisar.
—No soy bueno con la improvisación. —pude ver su cara poniéndose blanca.
—Nos conocimos por Gaby, nos enamoramos y descubrimos que vamos a ser papás. —apreté el volante, como si el me fuera a sacar de allí.
—Estás nerviosa, no? —puso su cálida mano en mi muslo para consolarme.
Todo mi cuerpo se calentó.
Sus ojos marrones se clavaron en los míos como si quisiera ver las profundidades de mi alma, y observé cada detalle de su rostro, curiosa desde que lo vi hoy temprano para buscar un defecto.
No lo encontré.
Se sentía tan bien estar allí, pero una cosa robó toda mi atención.
Mis papás estaban disfrazados de duendes de Papá Noel saludando desde la puerta principal.
Lo único que lo separaba era un césped bien cuidado, luego las escaleras, y acá vienen...
—Mi niña! —mi papá me abrazó mientras nos acercábamos, olía a ropa nueva saliendo de su verde disfraz, mezclado con el olor a hogar.
—Hola, ¿sos su novio? —le preguntó mi mamá a Mateo quien sonrió amablemente luego de un abrazo.
—Decí que sí por favor, cada navidad viene sola.
Papá pone los ojos en blanco y estira su mano a Mateo.
—Hugo. —saluda con voz grave.
—Mateo, encantado de conocerte. —aprieta la mano de mi papá.
—¿Estás saliendo con mi hija? —se cruza de brazos, quien lo ve piensa que es malo.
Me paso la mano por la cara. Hasta los veintidós años todavía me avergonzaban.
—Gracias a dios, si. —respondió y me guiñó un ojo.
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papá sustituto; trueno ✓
FanfictionBárbara descubre un embarazo no deseado y, para colmo, la navidad estaba cerca y tendría que ir a casa de sus papás. Con miedo de que la juzguen y que la miren mal las personas del pequeño pueblo donde nació, tuvo una idea increíble: buscar un 𝗽𝗮...