Trece

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—Buenas tardes, señora Choi.

—Buenas tardes, joven. Veo que se ha vuelto un hábito venir todos los viernes.

Hoseok dejo de caminar para mirar a la mujer mayor. Había algo en la mirada de ella que no lograba deducir, igual que las segundas líneas de sus palabras.

—Bueno, tengo muchas cosas que hacer –dijo con obviedad.

—Are como que te creo. —Hoseok planeo continuar con su camino, pero la señora le hablo de nuevo—. Por cierto, la chica de la otra vez, la del suéter azul, es bastante linda.

De nuevo detuvo sus pasos, ahora entendía todo.

—¿Nunca le han dicho que es una señora un poquito entrometida? —le dijo con diversión mientras se acercaba al mostrador.

—Seré una entrometida y todo lo que quieras, pero tengo muy buena vista para esas cosas —dijo señalando sus ojos—. Estoy completamente segura de lo que vi. Harían una muy bonita pareja.

Hoseok rasco su nuca, sintiéndose avergonzado por la plática que estaba teniendo con la señora Choi ¿Por qué las personas de mayor edad les gustaba siempre formar parejas? Sus abuelos eran iguales, todo el tiempo preguntando cuando pensaba tener una relación seria con alguna chica.

—Pues lamento decírselo, pero creo que sus ojos están comenzando a fallar ¿A pensando en comprarse unos lentes? ¡Agh!

La señora Choi le propinó un buen golpe en la cabeza por su grosero comentario. Ella era de las personas que les gustaba usar más de un anillo en sus manos, por lo que el dolor en su cabeza fue muy fuerte.

—No me estoy quedando ciega como para que digas esas cosas de mí —dijo ofendida—. En fin, ¿acaso ella no te parece encantadora?

—Bueno, no negaré eso, pero…

—Lo digo y lo sostengo, hay algo en los ojos de ambos cuando se miran mutuamente. Un brillo que solo tienen los enamorados.

Hoseok miró a otro lado, reflexionando en las palabras de la señora ¿De verdad había algo especial con ellos dos? No podía negar que últimamente se sentía de una forma extraña cuando estaba con Eun-ji, como si estuviera en paz. También una extraña ansiedad se apoderaba de él, no de una manera mala, sino como cuando un niño estaba ansioso por abrir un regalo en Navidad o que estaba a punto de subir a una atracción en el parque de diversiones.

—Pero si insistes en que mis palabras son mentiras, entonces supongo que no iras al último estante a saludarla.

Hoseok la miro en ese instante, sintiendo algo encenderse en su interior. La señora Choi río por el rápido movimiento que hizo ante la mención de Eun-ji. El sólito se había delatado y estaba consciente de eso, ahora la señora no dejaría de burlarse.

Inclino levemente la cabeza sin decir nada más y se alejó del mostrador para caminar hacia el lugar donde debería estar el libro que necesitaba. Eso pretendía hacer, pero en realidad comenzó a buscar a Eun-ji. Quería saludarla y quizás sentarse en la misma mesa mientras ambos estudiaban.

Tal vez la señora Choi tenía razón, quizás estaba sintiendo algo más que una amistad por la amante del color azul. Se detuvo en seco y recargo su espalda contra una de las repisas. Ahora se sentía en conflicto ¿Qué tal que solamente estaba confundiendo las cosas por culpa de las palabras de la encargada de la biblioteca? Pero también estaban esos extraños sentimientos que únicamente aparecían cuando estaba con Eun-ji. Se sentía como un adolescente inexperto en el amor. Patético.

Un grito y el sonido de los libros golpeando el piso lo alertaron. Camino en esa dirección y se encontró con Eun-ji. Tallaba su rostro con las manos y había muchos libros a su alrededor. Se acercó rápido a ella.

—¿No pudiste con todos ellos?

—Ah, Hoseok. Hola —su voz era apagada—. Fue mala idea querer cargar con muchos libros a la vez.

Los dos se agacharon a levantar los libros. Una ligera queja se escapó de los labios de Eun-ji. Hoseok logro escucharlo.

—¿Muy pesados? —Ella lo afirmo con un sonido.

—Mis brazos son muy flácidos. Creo que debo hacer ejercicio.

Ambos rieron. Hoseok iba a seguir con la broma, pero toda la diversión desapareció al ver el enorme moretón en su muñeca.

—¿Pero qué carajos es eso?

No le dio tiempo a la chica de reaccionar, tomo con cuidado su brazo. La manga de su blusa se movió y dejo al descubierto más manchas violáceas. Ella intentó soltarse de su agarre sin éxito. La mirada del joven barrio por completo a Eun-ji y se encontró con más moretones qué sobresalían por el borde del cuello de su blusa y también en el otro brazo.

—Esto se ve muy mal, ponte de pie tienes que ir al hospital.

Hoseok jalo de ella, pero la chica se quejó demasiado fuerte.

—No, no es necesario. Estoy bien, no es para tanto.

Pero cuando Hoseok la jalo para ponerse de pie, soltó un fuerte quejido y se dobló por el intenso dolor.

—¿Qué no es para tanto? —su voz era dura—. ¿Dónde más tienes golpes?

Eun-ji comenzó a llorar. Había sido difícil aguantar el dolor todo el día y ya no podía soportarlo.

—E-en los muslos, piernas y el estómago.

—Esto es grave y necesitas que te revisen.

—¿Está todo bien? Escucho mucho ruido —La señora Choi se llenó de una desagradable sorpresa al ver a Eun-ji–. Dios mío, niña. Rápido hay que llevarla al hospital.

—¡No! N-no es necesario yo estoy bien. De verdad.

—Eun-ji —el tono de Hoseok fue firme—. Esos moretones tienen muy mal aspecto y he visto como te quejas, debemos ir al hospital ya.

Hoseok cargo con cuidado de no hacerle daño a Eun-ji. Ella intentó evitarlo, pero cualquier mínimo movimiento ya era suficiente para que la chica se quejara de dolor.

—Por favor Hoseok, no quiero ir. No quiero causar más problemas.

—¿Cómo puedes decir eso? Soy tu amigo. Debo cuidarte y ayudarte en situaciones como esta, así que iremos al hospital —hablo desesperado, la chica intento hablar otra vez, pero Hoseok la interrumpió—. Y sin quejas, ¿entendiste?

Eun-ji lo miro fijamente, su mirada era un claro reflejo de la preocupación y el miedo que sentía dentro de él. No le gustó verlo así, él debería estar sonriendo todo el tiempo, ser feliz, no estar preocupado por una niña que solo causaba problemas a donde iba.

—Vamos, yo los llevaré en mi auto. —Se ofreció la señora Choi.

Eun-ji no dejo de llorar ni siquiera cuando iban de camino al hospital. Ambos jóvenes se subieron juntos en la parte de atrás, con Eun-ji recostada a lo largo de su asiento y usando las piernas de su amigo como almohada. Hoseok no dejaba de verle, deseo con todas sus fuerzas que fuera él quien sintiera dolor y no ella. Con delicadeza poso su mano en la cabeza de la chica y comenzó a repartir caricias sobre esta para tratar de calmarla.

—Ya casi llegamos. Ya veraz que te sentirás mejor en cuanto los doctores te curen. —El chico sonrió—. Todo estará bien.

No, ya nada estará bien.

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora