¡Hola! Primero, quiero aclarar que el siguiente one-shot es una temática un poco diferente.
Además añado que, la siguiente historia se ha basado muy ligeramente sobre —como su nombre lo dice— Luzbel; para quienes no sepan, es una forma extrabíblica de denominar a Lucifer.
Con eso queda algo claro, supongo.
Segundo; espero sea de su agrado.
adaptación por: pokkox
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Desperté sintiendo mi cuerpo ligeramente entumecido, además de eso dolía horrores en cierta parte. El olor a alcohol, sudor y sexo inundó rápidamente mis fosas nasales despertando mis sentidos.
Pero el cansancio apenas y me dejaba abrir bien los ojos; fué un milagro el que lo haya logrado después de unos minutos.
Lo primero que vi fue mi ropa esparcida por el suelo, unos metros más allá, unas botellas de alcohol casi vacías. Instintivamente dirigí mi mirada a mi mismo, solo una sábana me cubría de mostrarme tal cual como vine al mundo.
Todo esto, más contando con lo pegajosas que se sentían mis piernas.
No se necesitaba ser un genio para saber lo que había sucedido.
Tomé mi ropa y procedí a vestirme lo más rápido que pude mientras intentaba recordar los acontecimientos de la noche anterior que se mantenían algo borrosas en mi mente.
Lo único que pude rescatar fue el rostro de un chico más o menos de mi edad, cabello largo y alborotado, ojos con aspecto felino, largas pestañas, y una sonrisa socarrona que podía derretirte —literalmente— con solo mostrártela una vez.
Solté un suspiro, definitivamente había sido una buena noche.
Jisung había tenido la gran idea de organizar una fiesta por el fin del año escolar, había invitado a quien sabe cuánta gente porque lo que si recordaba con claridad era que apenas y podías movilizarte por el lugar debido el reducido espacio que quedaba.
Una vez listo, bajé del segundo piso con trayectoria a la salida, encontrándome con gente regada por todos lados, el olor a alcohol era aún peor.
Buscando con la mirada a mi grupo de amigos hallé a algunos de ellos entre el gentío, los pasé de largo ya que no estaba como para aguantar resacas de otros, suficiente tenía con la mía.
Escuché unos pasos detrás de mí y girándome me encontré al dueño de la casa quien salía de la cocina acomodándose los pantalones. No quise preguntar.
— ¡Felix! ¡Pero si estás vivo! —exclamó con una euforia más apagada de lo normal.
