❣️💧 Prólogo 💧❣️

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MIX

Futuro

Era un día más con la misma rutina. Un día más encerrado entre esas paredes de ébano. Otro día más en el que observaba el movimiento de la marea.

Mientras estaba sentado en la mecedora, vio como el oleaje liberaba a su amiga. Vio como la intrusa entraba de nuevo por su casa sin ser invitada, para después atacarlo. Se preguntó, si algún día lo dejaría solo o si toda la vida estaría junto a él.

Era ridículo, pero la brisa era su única que lo había visitado.

Marzo era distinto este año, el calor dejó de ser el protagonista desde octubre, los aldeanos dejaron de percibir ganancias, los turistas comenzaron a dejar de ir. Algo anormal para la aldea de Phuket, quizás, era por el periodo estacional; sin embargo, la primavera estaba por llegar y la situación parecía no mejorar.

Llevaba más de ocho horas cubierto con una frazada descocida. Más de ocho horas tratando de aceptar su realidad. Cerró los ojos, respiró hondo y su corazón se alteró. Fue un recuerdo el motivo de su desasosiego. Un sentimiento que no había sentido con tanta intensidad desde aquella noche de marzo de 2011. Una noche marcada por los destellos de las estrellas y delimitada por la luz de la luna.

Resignado, levantó sus párpados y observó como el cielo pintado de un gris perlado cambiaba a uno acitronado. Admiró la oscilación de las nubes en compañía del canto de las gaviotas. En eso, el mar se estabilizó.

El equinoccio había entrado y con él, recuerdos agridulces.

A lo alto de la casa, una mariposa de papel desgastado danzaba con júbilo. Tan frágil que, tal vez, este sería el último año en el que volaría. El hombre de ojos oscuros la miró y esbozó una ligera sonrisa, aunque terminó por borrarla.

Con ayuda de su mano temblorosa, abrió el cajón que estaba a su costado y sacó algunas pertenencias (entre ellas un trozo de papel); sostuvo una pequeña caja de madera y la puso sobre su regazo; agarró una sortija y la acarició con una delicadeza que, llegó a sentir el grabado que tenía, llegó a sentir la presencia de aquel hombre moreno.

Mix suspiró y la dejó caer sobre la caja.

—Tiene visitas —dijo una mujer al llegar a su lado.

El hombre con el pelo lleno de espigas plateadas la miró con desconcierto. Nadie lo había visitado desde aquel raro convivio, en el que todos se vistieron de negro. Nunca le halló lo divertido y nunca lo haría.

—Es Marcus —retomó la mujer.

—¿Marcus? —dijo, sorprendido.

Marcus no lo había visitado desde esa tétrica reunión, así que, era normal mostrar su sorpresa ante su inesperada llegada. Mentiría si dijera que no intentó ayudarlo, mentiría si dijera que se sintió feliz sin su presencia. A lo mejor, durante su estadía en Estados Unidos, había encontrado la tranquilidad que su corazón le exigía.

—Llegó ayer por la noche —acarició el pelo de Mix.

—Y, ¿por qué no entró?

—Usted ya estaba dormido.

—Que entre, quiero verlo —habló con lentitud.

Treinta minutos, fue el tiempo que pasó desde que la mujer había salido. Mix cruzó sus brazos por debajo de su pecho, estaba nervioso ante la idea de que Marcus se hubiera arrepentido y se hubiera marchado, sin haber intentado hablar. Alzó su mirada hacia las estrellas que comenzaban a aparecer, pero el ruido del picaporte lo distrajo.

Parpadeó tres veces al sentir como unas manos invadían sus hombros. Era real, él estaba ahí. Un sollozo salió de su boca cuando el joven de veintitrés años lo aprensó entre sus brazos.

—¿Marcus?

—Sí —susurró.

—Algo de tiempo sin verte —musitó Mix.

—Lo siento tanto —dijo cabizbajo.

—No, no, no tienes por qué disculparte. —Le acarició una de sus manos—. Estabas muy ocupado con tus estudios, era normal que no vinieras.

—Rompí mi promesa.

—Te pareces a él —susurró con tristeza.

Marcus lo abrazó despavorido.

Mix escuchó sus anécdotas descabelladas, desde sus éxitos y fracasos, hasta el reencuentro con el que fue su primer amor. La visita de Marcus le transmitió paz y seguridad a su corazón. Los amigos que llevó, lo hicieron reír con sus historias de universitarios.

Hasta que Marcus dijo:

—Sé que usted pasó por mucho, pero, quiero preguntarle —hizo una pausa y continuó—: ¿Me daría permiso de contar su historia?

El señor de ojos oscuros lo observó con inquietud.

—Es para nuestro proyecto final —interrumpió uno de los amigos de Marcus—, y... por lo que él nos ha contado, su historia es bonita.

Mix quiso negarse sobre hacer un proyecto televisivo de su vida, su historia no era hermosa, sino patética. Pero no pudo.

—No sé por dónde empezar.

Por un instante, Mix se abrumó con algunos recuerdos. Pensó en Aye, Max y White. Pensó en Earth. Tenía dieciocho años cuando todo comenzó. Recordó su estadía en Bor Sang, lugar en dónde floreció y se marchitó su corazón.

—En una plática que tuve con mi padre, me mencionó algo sobre Chiang Mai —sonrió apenado—. ¿Qué le parece si comienza por ahí?

Mix se perdió entre el brillo de las estrellas, él sabía que ese momento no era el punto de partida y nunca lo sería.

—No, en realidad, no fue así —dijo con desgano—. Aunque yo no estuve allí, todo inició con el bebé.

—¿Bebé? —preguntó Marcus.

Mix alcanzó el trozo de papel amarillento que estaba en su regazo y se lo pasó al menor.

—Sí —murmuró.

El titular le robó el aliento al joven sentado con las piernas cruzadas: Nace el primogénito de la Dinastía Sahaphap.

¿Cómo fue posible que ese pedazo de papel estuviera guardado por mucho tiempo? ¿Con qué fin lo había guardado?

Cuando Marcus terminó de leer la nota del periódico, miró al hombre con el pelo lleno de espigas plateadas con desconcierto. Mix dudó si era correcto contar el trasfondo de su vida, soltó un suspiro y comenzó a relatarla. Para algunos era algo sin sentido, pero para él, era más que un cuento de hadas.

❣️❣️💧💧❣️❣️

N/A:

1. Perdón, pero he estado muy ocupado y si todo sale bien en mi trabajo, estaré más ocupado.

2. Quise publicarles el prólogo para que sepan que sigo vivo y que esta historia va a tener continuación. Al igual que la de Abismo emocional.

3. Espero y les guste.

4. Nos estamos viendo (no sé cuándo, pero regresaré). L@s quiero. 

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