Tony y Peter fueron los últimos en llegar a la torre debido a que en todo el camino hicieron alrededor de cinco paradas, todas gracias al castaño. La primera porque el traje lo estaba lastimando. La segunda porque tenía hambre e hizo un escandalo para que Tony lo llevara al seven eleven más cercano. La tercera porque se tragó una mosca en medio de una ventisca. La cuarta porque tenía ganas de ir al baño. Y, finalmente, porque después de veinte minutos sin que Tony le permitiera hablar, amenazó con tirarse. Esa vez se detuvieron porque, en efecto, Peter terminó lanzándose al vacío.
En su defensa, ambos eran testarudos, pero él podía serlo mucho más. Así que si Tony se negaba a tratar con él, Peter no tendría otra opción que llamar su atención a cómo diera de lugar.
Sin embargo, en cuanto llegaron a la torre, Peter puso al fondo de su cabeza el caótico viaje con Tony y corrió cojeando a la sala de operaciones, donde usualmente se reunía el equipo después de una misión, para comprobar que todos estuvieran bien.
Grande fue su alivio al confirmar que, a pesar de verse magullados, los vengadores estaban sanos y que Wade se encontraba con ellos.
Apenas puso un pie dentro del cuartel, Steve arrojó el escudo al suelo y corrió a su encuentro, envolviéndolo en un caloroso abrazo, que le robó todo el aire, pero que también le llenó el corazón de amor. Esto era exactamente lo que necesitaba después de tan estresante día. Acaso, ¿Todos se habían puesto de acuerdo en ignorar el hecho de que estuvo a punto de morir unas veinte veces en las ultimas 48 horas? Incluso si fue totalmente su culpa, lo mínimo que podían hacer era preguntarle cómo estaba.
—gracias a Dios estás bien—susurró Steve, llenándolo de besos en la mejilla. Peter se sintió culpable por haberlo preocupado, pero enterró cualquier rastro de remordimiento al fondo de su pecho para evitar alargar la lista de cosas de las que se arrepentía—Estaba tan preocupado cuando entre a tu cuarto y no te vi. Pensé que te había pasado algo—chilló, subiendo su mano hasta la cabeza del castaño para tomar un puñado de cabello—No vuelvas a irte de ese modo, Peter. No sé que sería de mí si algo llegara a pasarte.
Peter inhaló la colonia en el cuello del súper soldado y cerró los ojos, abrazándolo con toda la fuerza que le quedaba en sus maltratados brazos. Lo único capaz de devolverlo al presente fue la voz de Tony, que sonaba enojado como de costumbre.
—eso, malcríalo. Si quieres dale un premio también para que lo vuelva a hacer—riñó de espalda a Peter, que viró los ojos por debajo de los parpados y se separó de Steve a regañadientes—No me digas que ya olvidaste todo por lo que nos hizo pasar en estos dos días que estuvo por fuera, haciendo quién sabe qué.
Peter se llevó una mano al rostro y con dos dedos froto círculos en su sien para diluir el creciente dolor de cabeza. Ahora que se fijaba en las expresiones de todos los presentes, recordaba que en su mayoría se encontraban molestos con él. Aunque el castaño consideraba que estaban tomando represalias contra el Peter equivocado. Después de todo, quien trajo a un puñado de villanos a su universo había sido Spiderman, no él.
—no es el momento, Tony—amonestó Steve, manteniendo su brazo alrededor de Peter de modo protector—Tenemos que curar a Otto y ponerlo con el resto. Luego decidiremos el castigo de Peter.
—¿el resto?—preguntó, ignorando apropósito la parte sobre el castigo. Por el rabillo del ojo localizó a Wade y arqueó una ceja en su dirección para preguntarle si tenía idea de lo que Steve estaba hablando. Wilson encogió los hombros, viéndose igual de confundido—¿todos están aquí?
—no todos. Aún faltan Morbius, Buitre, Misterio, Rhino, Kraven, Felicia...—Spiderman hizo una mueca, mirando el suelo—El duende verde sigue libre también. Honestamente, es quien más me preocupa... Sin ofender—levantó las manos hacia Otto como si lo hubiera insultado de alguna manera al decir que no era el villano más intimidante de todos.
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The red means I love you (I) • Spideypool
FanfictionPeter Stark-Rogers está agotado del peso que sus padres y los medios de comunicación han puesto sobre sus hombros desde que era un crío. Además de la apretada agenda que debe cumplir, la falta de privacidad y los secuestros semanales para usarlo c...