papá sustituto; trueno ✓

S I E T E

Bárbara'

—Eu. —Mateo abrió la puerta suavemente.

Bloqueé la pantalla después de pasar la dirección y escondí el celular.

No sé por qué no quería decírselo, sus ojos amorosos me llenaron de esperanza, podríamos dar cierto.

—Descu...

—Por favor —interrumpió sacudiendo la cabeza— las luces están encendidas en la plaza, ¿estás muy cansada para ir un rato a la plaza?

[...]

El clima nunca ha sido tan agradable a las nueve de la noche.

Aunque estaba oscuro, las calles eran luminosas y coloridas, a través de las ventanas se podía ver familias hablando y árboles iluminados.

Mateo caminaba a mi lado con ambas manos en los bolsillos, inquieto.

Quería preguntarle de qué se habló en la llamada, tal vez quiera desahogarse o pedir un consejo, pero siento que no debo ponerme en esta situación.

—Gaby viene para Navidad. —le dij e emocionada, luego de recordar el mensaje.

—Posta? Que bueno. Ella va a arruinar la Navidad. —habló con sarcasmo y se rió

—No digas eso

—¿No? —sus manos salen de sus bolsillos y le agradezco internamente que se sienta más cómodo— Te dijo que un día accidentalmente prendió fuego al árbol de navidad?

—¡Estás jodiendo! —dije sin creerlo.

—Su sueño era ser el Grinch. ¿Sabés? ¿La película? Entonces el prendió fuego al árbol, pero el fuego subió rápidamente y luego se apaga, en la vida real no es así. Eran gritos, correría, fuego y humo.

Nuestras risas fueron interrumpidas cuando llegamos a la plaza.

Es difícil describir lo navideña y hermosa que era, todos los árboles con luces blancas entre las ramas, los bancos adornados, las rejas con luces y un lugar reservado para los músicos con varios adornos.

—Hermoso. —suspiré encantada.

—Creo que nunca había visto un lugar tan hermoso y armonioso como esta ciudad, como tus papás, vos y todo lo que me trajiste en tres días. —se desahogó agradecido.

Levanté la cabeza para mirarlo y él ya me miraba con la habitual media sonrisa en su cara.

Mi corazón late rápidamente y quiero gritar por lo increíble que es.

—Lo hiciste todo mucho más fácil —le dije— No sé cómo sería esta navidad, no me imagino que sea diferente de lo que está siendo.

Me gusta la forma en que me mira, incluso cuando desvío la mirada y siento sus ojos en mí.

Es atento y amable, Mateo es como un abrazo cálido y acogedor en un día de frío.

—Hmm —recordó tocando su bolsillo  —¿Puedo darte tu regalo ahora?

—Pero no es navidad. ¿Y cuándo lo compraste? Estábamos juntos todo el tiempo.

—Tu viejo. —Sus labios se estiraron en una sonrisa pícara

—Lo vi cuando tu vieja nos llevaba a dar un paseo, y le conté. Bueno, él quería ayudar y lo buscó para mí, para vos. —extendió la pequeña caja de terciopelo azul marino.

Encima, la firma de la joyería que tenía en el pueblo. Una de las más caras y cotizadas.

Tomó mi mano, probablemente al darse cuenta de que estaba intacta y sorprendida, estiró mi brazo y colocó la caja en mi palma, cerró mi mano con la suya encima.