Tres anillos

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Cuando quise darme cuenta, había pasado 1 largo año después de ese acontecimiento.

No es que 1 año hubiera cambiado mucho las cosas ni aquellas guerras establecidas hubieran dado a su fin pero, 1 año puede establecer la balanza entre seguir adelante o quedarse estancado en un lugar establecido. Como si mi reloj se hubiera detenido, me quedé estancado y completamente solo. 

Asolado, intenté por todos los medios y sin que Artur se enterase, hablar con todos pero ellos no me escuchaban o no querían escuchar. Siempre decían que la verdadera bestia, tenía ojos en todas partes y no era para menos ya que, siempre se enteraba de todo lo que pasaba. Era demasiado insistente y a pesar de que terminaba con el mismo resultado, a la larga terminaba hartando. 

Uno de esos días, en los que yo ya estaba bastante cabreado por la monumental bronca del cerdo de Artur, vi que todos estaban reunidos y a pesar de que reían por alguna que otra ocurrencia, eso fue un detonante ya que, me acerqué a ellos como una auténtica bestia que podría escupir fuego y prácticamente haciendo un resumen, dije en términos medíos todo aquello que mi cabeza estaba pasando. En el fondo no se lo merecían pero descargue mi ira contra ellos haciendo que, por culpa de terceras personas, me alejase de ellos completamente. 

Los días venideros no fueron los mejores que digamos ya que, mi humor se había ennegrecido hasta el punto de no poder controlar ciertos impulsos de mi propia persona y a pesar de que Aimée y Gregori, entraban a mi barraca para "controlarme", siempre se alejaban de mi por si se me ocurría atacarlos. En eso me había convertido y peor me sentía al no poder hablar con esas personas que había considerado amigos pero en el fondo, lo había hecho para que Artur no descargara su ira contra ellos.

Un día, en el me estaba echando agua en la cara para limpiarme del barro del suelo, escuché unos pasos cortos y desiguales haciendo que, supiera quien era pero no me giré. Debía ser paciente.

-Velkan -me giré y vi que se trataba de Dean- Artur quiere verte de inmediato -parpadeé dos veces.

-No quiero hacerlo. Si pretende ese cerdo que me arrodille ante él para pedir un aumento de la mierda de alimento que nos da, va claro que...

-No creo que sea eso -dijo inseguro y yo me interesé por lo que podría ser- Creo que es...Por "otros asuntos"

Y como sentí mucha curiosidad de lo que podría ser, acepté a pesar de que en el fondo estaba demasiado exceptivo como para creer a ese cerdo andante. 

Siguiendo a Dean, vi que todos a los que había considerado mis amigos estaban ensayando sus propios números y a pesar de las palabras que les dije para que no les cayera un castigo peor del que Artur les causaba, no podía dejar de sentir esa desazón por haberles alejado. Todo para que ese hombre cruel, no los hiciera daño alguno. 

Llegando a su barraca, la más ostentosa y grande de todas, Dean se hizo a un lado y antes de cruzar esa puerta de tela, me agarró con fuerza del brazo haciendo que me girase para mirarlo.

-Velkan, si después de esto quieres hablar con nosotros, estaremos dispuestos a escucharte -iba a protestar pero él no me dejó- Se que nos dijiste todo eso para poder protegernos pero, no somos simples objetos frágiles. Por favor, no estás solo. Tenlo presente.

-Gracias, Dean -sonreí un poco aliviado- Si. Puede que sea el momento de ponernos al día de todo este último año -él también sonrió y antes de irse, me dió otro fuerte apretón en el brazo. Supongo que era una manera de decirme que estaba a mi lado.

El bibliotecario y el guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora