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El broche de mariposa y la historia de las
catrce princesas


—¿Y si él la mato?—exclamó estremecido terminando de masticar.

—Cállate, nadie mato a nadie—intervino Santiago abriendo los ojos exageradamente—Deja de decir sandeces.

—Pero entonces, ¿Dices que la historia es verdadera?—continuó el rubio sin hacer caso omiso.

—¿De que hablas?—pregunte uniéndome a la plática con curiosidad.

—Gotti, sabes que este lugar tiene años de antigüedad, hay muchas historias, pero definitivamente la que más destaca es: La leyenda de las catorce princesas.

—¿Princesas? ¿De que me están hablando? Cada vez me sacan algo nuevo.

—Los niños las llamaban princesas porque las catorce chicas que desaparecieron tenían un rostro digno de una corona—explicó Santiago dándole un gran sorbo a su leche—Y se desaparecían como si una bruja les lanzara un hechizo de invisibilidad.

—¿Desaparecieron?

—Se esfumaron como el humo. Todas de diferente nacionalidad, de diferente tiempo, pero siempre de la misma edad, con el mismo broche—habló esta vez Ithan observándome con el misterio traspasando sus ojos.

—Cállate Ithan, esos son solo inventos tontos de los tarados que vivieron antes que nosotros aquí—le calló su hermano incrédulo ante el tema.

—Santi no me cree, pero estoy seguro de que este lugar, esconde algo.

—Nora tenía el mismo broche—susurre recordando la vez que lo había quitado de su cabeza—Y ahora está desaparecida. Tal vez sólo es cuestión de juntar las piezas escondidas.

—¿Y dónde vamos a encontrar esas piezas de las que hablas, eh Gotti?—cuestiono Tiago mirándome con las cejas levantadas.

—Y yo que sé, están escondidas.

—Bueno ya. Nada es verdad. El rector no mató a nadie, las dichosas princesas son sólo fantasía y lo del broche seguro es mera coincidencia—dijo el castaño dándole fin al misterio—Deberíamos olvidar todo este ridículo tema. Dionora desapareció, no se puede hacer más nada. Listo

—Estoy seguro de que él sabe algo—murmure sin despegar la mirada de Guido.

El chico se encontraba en la mesa del frente mientras desayunaba y reía de algo que su grupo de amigos había mencionado, pero había algo extraño con el, podía presentirlo.

—Deberíamos esperar a que se encuentre solo—sugirió Ithan—Sus amigos son idiotas, seguro nos echaran bronca.

—No puedo esperar hasta entonces—solté levantándome abruptamente de la mesa.

—Por amor de Dios—exclamó Santiago caminando detrás mío—¿Qué nunca se cansa de meterse en problemas?—le murmuro seguramente a su gemelo.

La verdad es que los problemas siempre me habían seguido a cualquier lugar al que iba, o tal vez sólo eran mis alucinaciones y me encantaba meterme en una pelea nueva cada vez que podía.
Con paso firme camine hasta su mesa y me plante al frente suyo con el entrecejo fruncido, automáticamente su mirada se posó sobre mi, y la expresión en su rostro pasó de una riendo a una burlesca y confundida.

—¿Se te ofrece algo, Gotti?—me pregunto llamando la atención de todos en esa mesa.

—Parlons Ghido (Hablemos Ghido)—solté actuando seriamente, los gemelos me miraron sorprendidos al instante y los demás confusamente—A solas.

Porque si el L⃨O⃨B⃨O⃨ aparece...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora