GEA: El Descubrimiento del Origen

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Crónica 112

La lluvia caía a cántaros mientras se arrastraba sobre el fango, luchando por salir con vida del infierno. Su pierna sangrante gritaba de dolor y su mente embotada intentaba con esfuerzo, bloquear tanto la lacerante sensación de su miembro herido, como los suplicantes alaridos de sus compañeros masacrados por el enemigo en la distancia.

El campo apestaba a sufrimiento y muerte mientras el cielo, gobernado por un aura gris, lloraba ante la matanza que tintaba el terreno de espeso jade, socavando sus esfuerzos para continuar luchando.

Cada centimetro recorrido era una invitación a la rendición y a la paz subsecuente que prometía un disparo en el cráneo, el desvanecimiento total y el descanso eterno, pero incluso cuando la tentación de morir era abrumadora, la convicción y el entrenamiento que por años la preparó para soportar el mayor de los horrores, se antepuso al miedo que la carcomia por dentro.
Caer ante la derrota era el equivalente a traicionar sus propios juramentos, a su gente y a la causa de su vida. Y por supuesto, esa jamás sería la opción.

Aferrada a lo único que la impulsaba a existir, flexionó su pierna buena intentado ponerse en pie con una mueca dibujada en el rostro y ahogando un grito.
Apenas manteniendo el equilibrio, dio un cauteloso paso que la hizo flaquear de inmediato, inundandola de dolor. Frustrada, pero no menos decidida, volvió a intentarlo con más ímpetu, tambaleándose nuevamente. Los siguientes pasos no fueron mejores, pero a pesar de ello, continuó sin rendirse, pues era mejor fallar en el intento que quedarse tirada en el suelo. Con cada paso adquiría más y más fuerza que elevaba su moral, llegando a un punto en el que caminar fue soportable.

Con esfuerzo, mantuvo el ritmo en dirección a la zona más boscosa, al sitio donde la libertad esperaba por ofrecerle tiempo y una mínima victoria a la pequeña, pero significativa razón que inició aquella batalla, segura entre los mugrientos ropajes que vestía.

La ventaja que supuso ser derribada en la zona más alejada del epicentro donde la lucha se concentraba, olvidada por los cazadores que la creían muerta, le propició la única oportunidad que sus hermanos y que la alianza, en general, necesitaba.

Sonrió sorprendía de sí misma, agradecida por la esperanza a pesar de las circunstancias desfavorables. Vencer era posible, podían detener el colapso, ella al fin... Se congeló.

Delante, desterrando todo rastro de fe, se encontró a la muerte convertida en el enemigo, quien desenfundando su arma, apuntó en su dirección con un brillo peligroso en los ojos...

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Han pasado años desde la última vez que publiqué este libro. Ahora que estoy de vuelta, espero poder retomarlo como es debido.

Esto no es mas que el esqueleto de algo mucho más grande, así que tendrá chorrocientos de fallos. Cualquier cosa, comunicármela.

Muchas gracias por leer y espero que les guste.

~Dann