♥♪Capítulo 8♪♥

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Bella

  La semana transcurrió tranquila, sin ninguna emoción fuerte por nuestra parte —o sea, que no hicimos ninguna maldad, no asesinamos a nadie y no hicimos explotar la escuela—, solo lo normal. Muchas clases, pasamos tiempo con mis amigos y seguimos acosando al vecino. Lo normal en nuestra vida diaria, je.

Ya es sábado, las 9 de la mañana para ser exacta, y estoy en el baño cepillándome los dientes. Y ustedes se preguntarán, ¿qué hace Bella tan temprano despierta un sábado? Pues es porque Kathe y yo nos vamos para la finca de mi abuela a pasarnos el día. Hemos estado toda la semana planeándolo y mi abuela estuvo más que feliz de que le hiciéramos una visita, así que aquí estoy, preparándome para un día fabuloso.

Termino de asearme y voy hasta mi cuarto para vestirme. Me decanto por unos jeans azul cielo rasgados en las rodillas y con algunas piedras muy lindas adornando los bolsillos delanteros y una blusa corta que deja mi abdomen afuera, negra y con unos dibujos de Mickey Mouse simulando a los tres monos sabios, ya sabe, esos de "no veo, no oigo y no hablo". En mis pies un par de tenis negros para combinar.

Dejo mi cabello suelto, solo me lo aliso un poco y me lo recojo en una esquina con un broche en forma de mariposa que me regaló mi abuela hace unos meses. No me gusta usar mucho maquillaje, por lo cual solo me pongo rímel en los ojos y gloss de fresa en los labios.

- Ya estoy lista. - me digo a mi misma, mientras me observo en mi espejo de cuerpo completo. Sonrió satisfecha con mi aspecto.

Agarro la mochila que preparé con las cosas indispensables, mi móvil y salgo de mi cuarto para ir a desayunar algo antes de irme.

En la cocina mi madre ya me tenía listo un plato lleno de tostadas con queso y cuadritos de jamón, un vaso grande de leche con chocolate y varios paquetes de galletas, supongo que para el camino.

- No te vayas a comer las galletas ahora, que te conozco. Son para el camino, se que les dará hambre. - supuse bien. Mi madre nos conoce como a la palma de su mano.

- Gracias mamá. - le doy un beso y me siento a disfrutar del delicioso desayuno.

Estaba bebiendo un poco de mi leche cuando entra en el comedor mi mejor amiga, ya lista para irnos. Lleva también unos jeans pero de un tono más oscuro que los míos, una blusa idéntica a la mía pero en azul —las compramos juntas— y unos tenis azules también. En su cabello, una coleta alta muy propia de ella y los labios de un rojo intenso también característico.

- Buenos días, familia. ¿Ya me prepararon el desayuno? - saluda y se deja caer en la silla que esta junto a la mía. - Dame tostadas, no seas tacaña.

- ¡Son miaaaas! - le grito, mientras agarro mi plato y lo alejo de ella. - Búscate las tuyas. - le digo y le saco la lengua. Ya se, soy muy madura.

- Serás mala. - me fulmina con la mirada y dos segundos después mi mamá le pone un plato con tostadas delante.

Eso en el idioma de mi madre es: "Come y ya cállate, sino quieres que te saque a patadas"

- Gracias, Brenda. - le sonríe angelicalmente a mi madre. - Que buenos tratos me dan en esta casa. Estoy pensando en mudarme con vosotros.

- ¡¡NO!! - grita aterrorizado mi padrastro saliendo del baño con cara de espanto.

- Cuanto amor me tienen. - Kathe finge secarse una lágrima y yo pongo los ojos en blanco mientras me río.

- Vamos, termina ya de tragar para que podamos irnos.

Kathe me hace caso y se come las tostadas a una velocidad peligrosa para su vida, ya que casi se muere ahogada. Le doy un par de golpes en la espalda para que trague, poniendo los ojos en blanco ante su falta de percepción del riesgo.

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