Geralt dejó la cueva antes del amanecer. Había despertado por su cuenta más temprano de lo que acostumbraba últimamente, pero supuso que los conejos y liebres que Jaskier había traído le habían ayudado a recuperar algo de fuerza.
Le dio una breve mirada al zorro antes de salir, y pronto comenzó su trote para inspeccionar el territorio del que se había adueñado. Probablemente, la inquietud que guardaba desde el día anterior había ayudado a despertarlo más temprano, y necesitaba sacársela de encima lo antes posible.
Luego de varias horas, apenas había recorrido una parte de la zona norte. Entonces se dio cuenta de que necesitaría varios días para explorar la totalidad del lugar, pues no sabía en qué dirección podían estar asentándose los humanos, si es que lo estaban haciendo.
Era sólo una posibilidad, pero Geralt ya lo veía como un hecho, y no dejaría esa idea hasta asegurarse de que estaban a salvo. Él y Jaskier. Porque el zorro, en contra de su voluntad, en realidad le estaba agradando. No quería comenzar a apegarse demasiado, pues sabía que tarde o temprano algo podía sucederle o simplemente se iría de su lado, no obstante, al menos estaba seguro de que se quedaría durante el par de semanas que quedaban de invierno, y ese era un tiempo prudente que él podía soportar antes de hartarse por completo. Tampoco es que fuera un fanático de socializar.
Volvió a la cueva pasado el mediodía, pero aún no la tenía a la vista cuando una veloz criatura lo asaltó en el camino, corriendo hacia él e impactando contra su pecho en menos de un segundo. No tuvo tiempo para reaccionar en defensa, pero agradeció no haberlo hecho porque, justo frente a él y apoyando las patas delanteras en su pecho, Jaskier lo miraba con los ojos muy abiertos y la respiración agitada.
—¡Santísima mierda, Geralt! ¡Pensé que te había pasado algo! —gritó el ojiazul, empujándolo adrede antes de volver a apoyar las cuatro patas sobre el suelo.
—¿Acabas de maldecir? —preguntó con diversión.
—¡Oh, puedo maldecir mucho! ¿Dónde estabas? ¿No podías avisar que tardarías? ¡Por Melitele, estaba a punto de empezar a hacerte una sepultura! —exclamó aún agitado, volviendo tras sus pasos hacia la cueva.
Geralt lo siguió, sin poder evitar sonreír suavemente.
—¿Y qué cuerpo ibas a enterrar? —siguió molestándolo, recibiendo una enojada mirada a cambio.
—¡Habría sido simbólica! ¡Ugh! —se quejó el ojiazul, apresurando sus pasos y entrando antes que él.
Cuando entró también, no se sorprendió demasiado al ver que habían dos nuevas liebres esperándolo, y aunque el omega se negaba a mirarlo, Geralt se sentó frente a él, preguntándose qué tan peligroso sería si se permitía acostumbrarse a esto, a esta colorida e inquieta mancha tan llena de emociones que parecía a punto de explotar.
—Gracias —dijo suavemente. Por preocuparte, quiso completar—. Por la comida, gracias.
Jaskier volvió a verlo a los ojos, esta vez más calmado y moviendo la cola como si nunca hubiera estado enojado.
—Come antes de que se pudra —dijo con un tono risueño, y él resopló una risa, asintiendo y obedeciendo en seguida.
No, no debía acostumbrarse a esto. Si lo hacía, sería más doloroso luego.
Pero nada le impedía disfrutarlo mientras durase.
~❄︎~
Al final, el pavo sí era tan pesado como Jaskier había dicho. Su tamaño hizo que tuvieran comida por los siguientes cuatro días, aunque eso al omega no pareció gustarle tanto, pues, como Geralt se pasaba horas afuera inspeccionando el territorio, el zorro no dejaba de quejarse sobre cuán aburrido estaba sin tener qué hacer.
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The Colors of the Fox | Geraskier
Fanfic[Omegaverse] En un mundo donde los betas son mayoría, alfas y omegas se ven obligados a esconderse como animales de cuatro patas. Pero eso no significa que sepan actuar como tal, pues aunque los lobos suelan ir en manada y los zorros acostumbren viv...