Capítulo 24: Fotografías.

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Gwen luce estupefacta esta noche. Trae el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho cuando abro la puerta sigilosamente en mi intento por pasar desapercibida. Me observa cansina desde el lado derecho del sofá, y al verla de esa manera no puedo dejar de sentirme miserable en ese momento.

—No me di cuenta de la hora. Lo juro —musito.

Ella eleva las comisuras de sus labios y suelta un bufido lento y sentencioso.

—Y al parecer también no te das cuenta de otras cosas... —susurra—. Dime, Chloe. ¿Eres consciente de todo el peso que cargas encima?

—¿A qué te refieres? —pregunto.

—Bueno, hay miles de personas ahí afuera expectantes de lo que hace su ídolo a cada momento. Los fotógrafos, los tabloides; y hasta la persona que te parece más inofensiva está ahí. Siempre pendiente de que tropieces. Y tú solo piensas en vivir tu vida sin importarte destruir todo lo que hemos creado con tanto esfuerzo.

Su voz mantiene un tono de reproche en cada palabra articulada.

—Eso no es cierto —respondo. Coloco una mano en mi cintura y tomo una respiración profunda—. Sabes que trato de hacerlo de la mejor manera que puedo.

Ella simplemente no puede decir que no estoy poniendo de mi parte en todo esto. No puede culparme por algo que me mantiene aferrada y encerrada en mi propio mundo.

Yo no trato de destruir nada de lo que ha construido para mí. Estoy agradecida con ella por haberme ayudado en mis momentos más difíciles, pero se me es imposible aplacar mis sentimientos y pasar sobre ellos como si fueran nada solo para complacerla a ella y a todos los que esperan la imagen perfecta de una artista.

Si fuera de esa manera estoy totalmente segura de que mi vida sería aburrida y miserable. No puedo partirme en fracciones y darle a cada quien la parte que más le agrada de mí. Esta soy yo. Con mis errores y aciertos. No puedo cambiar simplemente por ellos.

—Eso no lo discuto, pero hoy... —alarga.

Vale, eso era. Hoy.

—¿Así que ese es el asunto, Gwen? ¿Hoy es el problema? —inquiero mirándola de una manera herida.

Y es que lo estoy. Fue ella la que me dio el permiso para tener el día libre. Ella sabía muy bien con quién me iba a encontrar y con quién iba a pasar la mayor parte del día.

—Hay fotos de ustedes dos en toda la red —expresa. Se toma las sienes con los dedos y se da pequeños masajes en la zona.

No por favor.

—¿Qué?

—Como lo oyes. Para nuestro alivio no es nada comprometedor, y gracias a los astros no se le puede ver muy bien el rostro a Harry; pero de todas maneras eso es mala publicidad para nosotros... Te pedí que seas cuidadosa, aunque dudo que lo hayas tenido en cuenta en esos momentos.

—No seas así conmigo, Gwen. Traté de no llamar la atención, pero no tengo ni idea de cómo me han sacado las fotos.

Esto es increíble. Es de los días más lindos que he tenido y termina de esta manera. Sin lugar a dudas la ruleta no está de mi lado en estos tiempos.

—¿Al menos has visto las fotos? —pregunta con cierta molestia.

La entiendo ahora.

No está así porque haya llegado tarde, o porque haya estado todo el día con Harry. Lo que la tiene de esta manera es saber que han salido fotos de nosotros dos cuando le dije que me iba a cuidar de las cámaras y las personas a mí alrededor.

Ahora todo comienza a cobrar sentido.

—No... no sé si quiera verlas.

—Pues vas a tener que hacerlo —me dice.

Camina algunos pasos hasta el sofá y de uno de los cojines recoge uno de sus tantos celulares. Se acerca más apresurada con el artilugio entre las manos para poder entregármelo. Me lo extiende con muy poca delicadeza y yo no tengo más remedio que tomarlo.

Por un momento pienso que nos han pillado en el parque dándonos caricias, o tal vez en el puente de la torre saltándonos todas las reglas de seguridad, pero no es así.

Lo primero que distingo son dos siluetas en un fondo oscuro caminando muy cerca. Son de hace un rato, estoy segura. Él y yo no estamos haciendo nada malo, ni siquiera estamos agarrados de las manos. Solo caminamos.

Mi rostro se logra distinguir perfectamente, pero el de Harry no tanto debido a la capucha que llevaba puesta cuando estábamos a solo unas cuantas cuadras del Hilton. Por primera vez agradezco no haberlo besado a algo parecido cuando me acompañó hasta la entrada, porque si hubiera pasado eso sería el acabose en mi carrera. 

Creo que las fotografías no muestran algo más entre nosotros. Solo somos dos personas sonrientes caminando y charlando. No creo que haya que alarmarse por tan poco.

—No es como si fueran a destruirme por esto, ¿o sí?

Gwen abre la boca de manera ofendida, yo por mi parte no tengo ningún problema de que me tomen fotografías así con Harry.

—Todo el mundo en la Internet se pregunta quién el chico misterioso que camina junto a Chloe Evans. Se dice de todo ahí. Algunos piensan que es tu nueva aventura y que juegas sucio con George, otros creen que es un amigo; pero lo que está sonando más fuerte es la primera suposición, y déjame decirte que están en lo correcto.

—Oh, vamos. Solo caminamos, ¿Qué hay de malo con eso? Solo publico algo en mi cuenta personal y todo se soluciona. No te estreses, Gwen. No es que estemos haciendo algo malo en esas fotos. Es más, ni siquiera estamos tomados de las manos. No hay nada ahí que pueda ser perjudicial.

—No es tan fácil... Seguramente la disquera ya se enteró de esto y están esperando que se haga de día acá para llamarme y decirme lo que se les venga en gana. No lo entiendes, Chloe. Ellos quieren imágenes tuyas con George, no con un muchacho Londinense que acabas de conocer.

—Estoy aquí, vale. Relájate. Yo lo arreglaré ahora.

Ella no me dice nada, pero se toma la cabeza como si no supiera que hacer.

No entiendo el afán de hacer una tormenta en un vaso con agua, pero tal vez tendría que estar en los zapatos de Gwen para comprender como es que ella lo está tomando.

Para mí no es la gran cosa, pero para mi agente personal supone su puesto y un  llamado de atención muy fuerte al amanecer.

Sé que tengo que arreglarlo de alguna manera sin que alguien salga perjudicado. Y sé cómo solucionarlo ahora, pero antes de eso tengo que consultarlo con la otra persona involucrada en esto. Aunque tomo en cuenta de que tal vez ya lo sabe.

—Gwen, no te alarmes —le digo, acercándome y tomándole el hombro. Ella sigue sin inmutarse—. Yo asumo toda la responsabilidad, vale. Solo relájate.

Ella asiente dando un bufido cansado.

Camino rápidamente hasta mi habitación, pero antes de doblar la esquina me detengo en seco para decirle algo que merece escuchar.

—¿Gwen?

Ella se gira y posa sus dos ojos azules en los míos.

—Lo siento.

y con ello me enrumbo nuevamente en el asunto.

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Fairytale. |Harry Styles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora