Querido Diario,

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2 de Junio del 2013.

Ese día tenía todo preparado, quería conseguir por fin la paz que tanto anhelaba después de todos los abrumantes problemas que hay en el edificio en donde vivo para poder estudiar tranquilo.

De verdad lo quería.

Pero entonces, ¿por qué aún cuando ya no habían ruidosos sonidos de mantenimiento en departamentos a su alrededor, en aquella pequeña pero acojedora biblioteca que acababa de descubrir el día anterior, con todo el material necesario para dedicarme al estudio; toda mi atención se la había arrebatado aquel muchacho a lo lejos que parecía tener una intensa lucha al intentar un vasito de ramen instantáneo?

Él no tenía idea.

Yo mucho menos en ese entonces.

Pero fue el mejor momento que pudo haber elegido el destino para unir nuestro finos y casi rotos hilos rojos.

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