—¡Quítate de encima de mí, maldita cerda horrorosa! — me empujó, retomando su postura de vuelta.
—Cuidado con lo que dice esa boquita. No vaya a ser que le ponga de chupete el dildo de hace un momento.
—¿Cómo te atreves a ultrajarme? ¿Estás consciente de que esto puede tener repercusiones?
—Reaccionaste muy tarde, confirmando, aunque quieras negarlo ahora, mi teoría de que sí estabas esperando más. No te hagas el más recto, tímido y santo, que de eso en ti no hay ni una gota.
—Ya te mostré lo que pediste, ahora cumple tu parte y tráeme el pantalón.
—Eso no estaba en el acuerdo.
—No intentes jugar sucio conmigo. Ya tuve suficiente de ti.
—Pero yo no de ti.
—Deja los malditos juegos de niños. Esto es algo serio.
—Mejor cállate. Me alteran tus quejas.
Salí de la oficina y le traje el dichoso pantalón que tanto quería. ¿Será que fui muy lejos con todo esto? No, él me ha hecho cosas peores.
Esperé afuera a que se quitara el traje para tomarlo. Necesitaré llevarlo a la lavandería y que lo planchen. Podría pagar los platos rotos yo y no pienso pagar por nadie.
Sus botones de gomita estaban erectos, se marcaban a través de su camisa blanca de manga larga. ¿Cómo será su pecho? ¿Lo tendrá igual de cuidado que su trasero? Debí ser más exigente a cambio de guardar su secreto. Bueno, todavía tengo mis cartas bajo la manga.
—Deja de estar mirándome con esa cara. Ya puedes largarte.
—Ni una mujer es tan quejona e insoportable como tú.
Desde lo que pasó, no lo he visto por ninguna parte. Mi única salida fue la lavandería y la cafetería. Mi mente me jugaba bromas pesadas, haciéndome pensar con detalles en lo que vi y en sus expresiones. Es una lástima que me vi en la obligación de detenerme. ¿Hasta dónde hubiéramos sido capaces de llegar?
Mi fin de semana apuntaba a ser medio solitario, pues Emmanuel tiene su agenda bastante ajustada, pero no estaba dispuesta a pasarlo mal. Había creado el ambiente perfecto y encontrado suficiente material para liberar tensiones.
Ese hombre me dejó con un hambre voraz, llena de curiosidades, fantasías y sueños húmedos, por eso he estado buscando material que se asemeje, encontrando muchos videos eróticos de hombres vistiendo prendas de mujer y teniendo sexo con ellas.
Aún no tengo clara sus preferencias sexuales. Si le gustaran los hombres solamente, no creo que hubiera reaccionado como lo hizo conmigo. Él se veía como que quería más, pero tuvo que detener todo por su miserable orgullo. Si los hombres supieran lo sexis que se ven vistiendo prendas de mujer, no dudarían en sorprendernos de vez en cuando. Aunque, no creo que encaje con todos.
En la página que inicialmente había entrado a descargar varios vídeos e imágenes, hacían sugerencia de transmisiones en vivo con hombres locales. Ya he visto muchas transmisiones antes, aunque claro, no de hombres vestidos de mujer. Creo que algo grave ocurre en mi cabeza para sentirme tan caliente al consumir este tipo de contenido.
La mayoría de los usuarios que aparecían actualmente transmitiendo, todos tenían algo en común, y es que estaban acompañados por uno o más hombres. Es exquisito ver cómo juegan entre ellos, pero a su vez, siento que hace falta algo, solo que no estoy segura de lo que es.
Entre tantos usuarios, hubo uno que llamó mi atención, ya que su imagen de perfil era de cerca, en excelente calidad y solo se veía la mitad de su rostro. Llevaba puesto una mordaza ajustable con una pelota negra en su boca. Tiene unos labios bastante sexis.
Sentía curiosidad de ver el contenido que transmitía, pues, a pesar de que no estaba en línea en ese momento, todas las transmisiones quedan guardadas en su perfil. En todos los vídeos no mostraba su rostro, de hecho, llevaba un pañuelo cubriendo la mitad de su cara, dejando visible su perfilada nariz y linda boca. A diferencia del resto, en sus vídeos no aparecía con nadie, solamente jugaba con él mismo y hurgaba su trasero con sus dedos. Ese contenido se ajustó un poco más a mí, solo que aún siento que falta algo más de acción. No parece un profesional al lado de los otros hombres que vi.
Todo lo que detuvo mi búsqueda a través de los vídeos de ese canal, fue reconocer el fondo en uno de sus recientes videos. Mi cerebro casi explota, al reconocer la silla de la Sra. Collins. Eso no puede ser. Debe ser mi cabeza jugando sucio conmigo. Reproduje varias veces para poder constatar que, en efecto, ese trasero tan bien formado y que atrajo mi atención en el resto de videos, era suyo. Entonces, ¿esto era lo que hacía antes de atraparlo?
Los demás videos eran en su oficina, aunque había menos claridad y calidad. En ellos hacía más o menos lo mismo, solo que se amarraba las manos a la espalda él mismo y se colocaba en cuatro patas hacia la cámara. Ahora entiendo el porqué se cuida tanto y está al día de espalda. Tan avergonzado que se veía en la oficina, pero el muy depravado hace este tipo de cosas casi a diario. Es capaz de mostrar esa versión tan distorsionada y perversa ante miles de espectadores, hombres y mujeres, pero se atrevió a detenerme a mí a mitad cuando me debe tanto. No pienso dejar las cosas así. Tengo diversión para rato.
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Sigilo [✓]
Любовные романыNo hay secreto que dure cien años. Oscar Collins; es un hombre prepotente, prejuicioso y orgulloso. Su forma de ser desde su adolescencia le ha creado mala fama y todavía a estas alturas de su vida, le es difícil adaptarse a la sociedad. Oscar se...