Capítulo 10

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Llegamos a las instalaciones de la Resistencia ya de noche, es casi la hora de cenar. En el camino estuvimos en silencio. Nadie me preguntó nada más, yo estaba aun con la ropa chamuscada y me dolía la cabeza de pensar en todo. Al bajarnos del coche en uno de los sótanos, veo a mi hermana con una de sus compañeras esperándome. Parece un aparcamiento subterráneo ya que hay más coches como en el que acabo de montarme.

— Vamos a llevarte a que te vea un médico. – Me dice Raúl mientras se baja también del coche y yo le asiento.

Mi hermana se acerca hasta dónde estamos y la chica que la acompaña creo recordar que se llama Lucía.

— ¿Qué demonios te ha pasado? – Me suelta mi hermana con un tono enfadado. - ¿Cómo se te ocurre salir así de los limites si sabes que es peligros?

— No fue así Cárol, ya te lo explicaré. – Intento tranquilizarla. – Veo que ya tienes una nueva amiga, ¿no? – Le digo mientras miro a Lucía.

— Si, la conocí hoy y tú la viste hoy en el comedor, es la chica que más me ha estado ayudando desde entonces. – Me contesta mi hermana mientras la mira orgullosa.

— Gracias por ayudar a mi hermana. – Le digo a la chica.

— No pasa nada, es normal ayudar si alguien se siente perdido. – Me dice. – Ahora vamos a llegar tarde a la cena. ¿Podemos adelantarnos? – Me pregunta.

— Sí, claro, tengo que dar el informe antes, de lo que pasó. Os veo en el comedor. – Me despido mientras ellas se van. Está bien saber que al menos mi hermana no está sola en este lugar.

— Yo te acompaño a ver Adel, me da igual cenar un poco más tarde. – Me dice Raúl. – Os podéis ir chicos, gracias por la ayuda. – Termina diciendo.

— Si, gracias de nuevo. – Les digo.

— Tú procura no meterte en ningún lio más. – Me dice Megan y todos acaban saliendo por la puerta del garaje.

Raúl vuelve al coche y coge una mochila del maletero.

— Vamos, si no queremos tardar en llegar a la cena. – Me dice y no le contesto. Salimos por la puerta del garaje pero en dirección contraria a la de los demás.

En vez de subir las escaleras, vamos por uno de los pasillos de esa planta. Al final de él hay un como un montacargas o ascensor, seguro que es lento y no soporta mucho peso.

— Vaya, no sabía que también hubiera ascensores en las instalaciones. – Digo para colmar el silencio.

— Solo se usa en casos de emergencia o si se trata de poco peso. Tu pareces herida, y no pesamos tanto, así también llegaremos antes. – Me contesta un poco serio.

Entramos en él y llegamos a la planta baja. De ahí vamos al laboratorio de Adel, el médico que nos hizó las pruebas a mi hermana y a mí. Entramos y Adel estaba en su ordenador mirando varios archivos.

— Hola Adel, encontramos a Lisa en una de las alcantarillas fuera del límite, por si puedes echarle un vistazo. – Le indica Raúl saludándole mientras Adel nos mira algo sorprendido.

— ¿En una alcantarilla? ¿Pero cómo llegaste hasta ahí? – Me pregunta Adel.

Empiezo a cansarme de la misma preguntita todo el rato, como si yo quisiera que hubiera pasado todo lo que ha pasado hoy. Le miro un poco inquieta, pero antes de hablar contesta Raúl por mí.

— Fue un error, le indicaron mal las limitaciones y no se dio cuenta que estaba fuera de los limites, fue a por una lanza que se le escapo y cuando no se dio cuenta ya había caído en la alcantarilla al no haberla visto. – Dice Raúl saltándose lo de mi nuevo poder. ¿Por qué lo habrá hecho?

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