Séptimo capítulo

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La noche había caído de vuelta. Mi hermana no volvió y la culpa cada vez se me hacía mas insoportable.

La esperé todo lo que pude pero la hora de volver a trabajar llegó sin tenerme piedad, y me vi obligada a irme sin antes pedir las debidas disculpas.

Llegué a la mansión y toqué la puerta. 

-Bellisimo vestido, dulce Milagro -me sobresalte cuando Lilith apareció detrás mío. Iba, como siempre, vestida de blanco con el cabello negro hasta las caderas. Su sonrisa tan delicada como de costumbre y su mirada habitualmente penetrante.

-Le agradezco el halago, Lilith- ella me sonríe. Se sitúa frente a la puerta y la abre dándome paso a que entre con ella a mi lado.

-Hoy fue tan gratificante ver la casa tan limpia- expresó -Pero fue una lastima que no pudiera encontrarte al despertar.

-Llega la hora en la que mi jornada termina y debo retirarme. Así son las reglas -explico, pasando por alto el hecho de que el lugar parecía vacío desde la noche y que nadie contestó a mis llamados cuando los precisé.

-Lo entiendo a la perfección -se detiene de repente, dirigiendo la mirada a las escaleras -Sabe, hoy podemos cenar juntas ¿Qué le parece?

Hubiera querido negarme pero, por cuestiones de modales me era imposible hacerlo -Me parece perfecto, iré a preparar la cena.

Lilith se mostró extremadamente feliz cuando aplaudió frenéticamente y salió corriendo hacia el pasillo.

....

-Mmmmm, delicioso -expresó la pelinegra desde la otra punta de la larga mesa -No sabía que la comida podría ser tan exquisita.

Forcé una sonrisa a la vez que llevaba otro pedazo de carne a mi boca.

-Dígame, querida Milagro ¿Que tal la pasó el primer día en mi dulce hogar?  

-Fue una agradable estadía -mentí.

-¿No sucedió nada...singular?

La miré -¿A que refieres con "singular"? -inquirí.

Estaba por responder pero un sonido exterior proveniente de las escaleras la interrumpió. Pareció sobresaltada ante el repentino ruido, se levantó en un movimiento violento y en zancadas se dirigió a las escaleras. No lo pensé mucho... me levanté siguiéndole los pasos con una leve distancia separándonos.

Llegamos al pie de las escalones y me quedé confundida al ver el objeto que aparentemente había caído por las escaleras: un muñeco de un bebé.

Pero lo que mas llamó mi atención y me desconcertó fue la apariencia de este: un costado de su cabeza plástica estaba hundida; los ojos estaban huecos sin nada en aquellos oscuros agujeros; y el cuerpo estaba cubierto por una especie de sabana negra que lo envolvía casi por completo exceptuando su cabeza.

Me acerqué a Lilith con la intención de preguntarle acerca del extraño aspecto del juguete, pero me detuve cuando vi su rostro mas pálido que de costumbre, sus finos labios entreabiertos exhalando aire agitadamente y sus ojos abiertos de par en par fijos en el muñeco a sus pies.

Pude percibir un ligero temblor en sus hombros que me preocupó levemente. Quise acercarme para intentar ayudarla de alguna manera pero apenas di un paso hacia ella la joven subió las escaleras corriendo mientras gritaba sin mirarme en ningún momento: -¡Buenas noches!

Su voz tenía un atisbo de nerviosismo mesclado con un temblor casi imperceptible. 

Quedé plantada allí, con el entrecejo fruncido y la cabeza hecha un lío al no entender nada. Tuve la fugaz intención de seguirla, solo para asegurarme de que se encontrara bien, pero me detuve cuando una silueta borrosa pasó velozmente desde el comedor hacia la cocina.

Seguidamente el sonido de la puerta trasera azotándose me hizo salir del shook y corrí ante la idea de que un extraño se encontrara en la residencia. 

Llegué a la cocina pero, como debí suponerlo, estaba vacía.

<El extraño debe estar en el patio> Esa idea me puso la piel de gallina.

Caminé despacio, como si temiera en cada paso que algo me salte encima, hasta llegar a la puerta y abrirla lentamente.

El patio trasero estaba mas lúgubre y gélido que de costumbre. El aire se sentía pesado y la noche parecía estar congelada al estar tan silenciosa y sin ninguna brisa.

Tanta tranquilidad era inquietante haciéndome dudar cuando di los primeros pasos fuera de la casa.

Estando allí pude divisar como la luz lunar blanca y débil daba una sensación de soledad que se puede sentir cuando uno se encuentra en un cementerio. Esa atmósfera densa, la baja temperatura junto a la incomodidad de estar solo pero a la vez acompañado eran propias a la de un panteón y tan similar al la de este lugar.

Una brisa repentina me hizo abrazarme a mí misma buscando calor cuando fregué mis manos sobre mis brazos.

El sonido similar a la de una piedrita siendo lanzada a un vidrio me hizo girar y llevar la mirada hacia arriba, provocando que el aire se me escapara cuando veo una silueta oscura detrás de una de las ventanas de los dormitorio golpeando repetitivamente el vidrio con algo que no lograba definir que era.

Pero eso no era lo que mas me perturbó, sino mas bien el hecho de que esa ventana era la del ático que, según Lilith, era inhabitable e imposible de ingresar ya que las escaleras están rotas y la puerta se encuentra trancada desde que ellos eran niños.




Los gemelos: si lo quieren, lo obtienenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora