C A T O R C E

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Bárbara'

Sentir sus labios fue una de las cosas que más soñé este último año. La sensación de alivio se fue con el aire entre mis labios antes de iniciar el beso. Su lengua se enredó con la mía y luego sus manos agarraron mi cintura mientras apretaba ligeramente.

Jadeo ante su toque, mis manos se deslizan por su espalda.

Quiero arrancarle la ropa y la forma en que me besa también dice que quiere lo mismo.

Mateo se acerca rápidamente y de repente, abro los ojos y veo que su brazo es sostenido por una mano femenina.

—¿Están loco? —nos regañó Gabriela en un susurro. —¿Cuál es su problema? Con Nicole en el living, posta?

—La culpa fue mía. —Mateo asiente con la cabeza un par de veces.

—No fue tu culpa. —digo. —No hubo culpables, ¿los dos queríamos o no?

Mateo no dijo nada más y salió de la habitación.

Me tapo la boca con ambas manos después de darme cuenta de la estupidez que acabábamos de hacer, mis ojos arden y la angustia cubre mi pecho por completo.

Él está volviendo a ella.

—¿Qué mierda hice? —susurré mirando a los ojos tristes de mi amiga.

—Sabes que los quiero juntos. Pero deberías haberlo hecho antes de que se casara, antes de que todo esto pasara y su esposa no estuviera en mi living. Deberías haber hecho esto la última Navidad, esta Navidad es demasiado tarde, amiga.

Las palabras de Gaby entraron en mi cuerpo como tiros, lo peor fue entender que era la verdad más completa.

Me quedé en la habitación de mi amiga hasta que todos se fueron, no tenía cara de volver allá y fingir que no pasó nada.

Llevo mucho tiempo rota en pedazos y no puedo reconstruirme, porque cada vez que lo intento me rompo aún más.

Gabriela entra a la habitación y se cruza de brazos apoyándose en el marco de la puerta.

Me doy cuenta de que éramos solo nosotros dos, Edu que dormía acá también se fue, imagino que a pedido de ella.

—Perdón por decir eso, no tenía derecho.

—Si tenías. —garanticé un poco avergonzada —¿Qué hago ahora?

—Mira  —ella camina hacia la cama y se sienta a mi lado —Como mujer te diría que te olvides de el porque ya está casado. Ahora, como su prima y mejor amiga, les aconsejo que estén juntos.

—Soy una egoísta.

—Y el un orgulloso, y por eso ahora no están juntos. Uno tendrá que jugarsela.

—¿Y si no funciona?.

—Ya no voy a creer en el amor si no terminan juntos.

[...]

Pasaron las semanas y mi nuevo trabajo era maravilloso.

Fue en una empresa de material quirúrgico también, pero esta vez yo era vendedora y ganaba casi el triple de lo que cobraba en ese momento.

Aunque no era en el mismo lugar que Gaby, intentábamos almorzar juntas todos los días, algunos de ellos Edu estaba allá, así que era solo risas.

—Chicas, me tengo que ir. —dijo mientras guardaba el celular —Me llama el trabajo. —besó los labios de mi amiga y agitó su mano hacia mí antes de irse apresuradamente.

Gabi suspira feliz.

—Combinan demasiado. Nunca pensé que diría eso, hace un año lo odiabas.

—No me digas eso. Pero por cierto, en dos días es Navidad, ¿vas a volver con tus papád?

—¡Probablemente, mi mamá me está llamando todos los días, si no vuelvo, le va a dar algo! —revisé mi celular para ver si había un mensaje de Monique, la niñera de Manuel.

Era una mujer de cuarenta años, mejor amiga de la mamá de Gaby, sumamente cariñosa y enamorada de mi hijo. Confiaba mucho en ella, pero siempre estaba alerta.

—Podrías venir también, ¿no?  —invité esperanzada.

—¡Me encantaría! Voy a hablar con Edu, pero definitivamente está dispuesto a ir.

—Va a estar...

—Bárbara? —escucho la voz detrás de mí y mi cuerpo se pone rígido.

Gabriela está intacta con los ojos muy abiertos y el tenedor paralizado camino a su boca.

Trago saliva y pongo mi mejor sonrisa antes de girarme y saludar al papá de mi hijo.

—Leonel.  —me pongo de pie, llegando casi a su altura debido a los tacones.

—Wow, estás hermosa. —dice, el seguía siendo el mismo. Lindo e idiota.

—Gracias.

—Desapareciste. Después de lo que pasó... —sus hombros se desploman y el triste azuleles me parte por la mitad.

—Necesitaba algo de tiempo.

—Lo sé, me imagino. Yo también lo necesitaba, pero mi mamá me ayudó mucho.

La risa irónica de Gabi hace que ambos la miremos.

Levanto las cejas para llamar su atención y ella vuelve a mirar su plato.

—Bueno, fue bueno verte. De verdad! —le dedicó una sonrisa feliz. —lo siento por todo.

—No te arrepientas, por favor, está todo bien.

—Eso espero y me alegro. Después de lo que pasó, dejé la facultad de medicina y me mudé. Estoy en la ciudad para visitar a mis papás.

Me quedo boquiabierta y daría cualquier cosa por ver la cara de Eliza al escuchar esta noticia.

—Posta?

—Si, estoy estudiando derecho ahora, quiero abrir una empresa. Pero en fin... —extendió su mano para saludarme y yo hice lo mismo.

Busca en su bolsillo y me entrega una tarjeta de visita.

—Podemos seguir en contacto.

—¿Porque?  —pregunté un poco confundida, pero él sonrió.

—Porque, llevaste un hijo mío durante meses —sus ojos brillaban con tristeza cada vez que se refería a su hijo.

Me sentí culpable y devastada por las cosas que dijo Leonel, una parte de mí se sentía como un monstruo pero la otra parte insistía en que hice lo correcto.

Me senté a la mesa intacto mirando a Gabriela con las manos sobre la boca.

—¿Qué fue eso? —ella preguntó.

—El universo conspira contra mí.

—El universo quiere tu cabeza, trola

—Y lo está consiguiendo.

papá sustituto; trueno  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora