XXVI

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Kalena observaba fijamente a Doss Franguell; el cual parecía perdido con varias de sus ropas rasgadas, un corte pequeño en la ceja y un moretón en la mejilla, además de una leve casi invisible cojera.

Algo malo había ocurrido en la Provincia del Oeste.... Y eso no era para nada, en lo absoluto bueno.

Dio dos pasos juntando toda su fuerza para llegar a su amigo de toda la vida, Khowan la siguió mientras Doss continuó con su camino hacía los hermanos. Pero antes de que el cortesano pudiese llegar a ellos, el enorme grifo se interpuso rodeando a Kalena con su cola mientras le mostraba los dientes al hombre frente a ellos.

Doss se detuvo en su lugar bastante aterrado, más de lo que los dientes de Nigel podrían haberlo asustado. Al instante, el cortesano llevó las manos a su cabello y se agarró los mechones mientras arrugaba su rostro en una mueca de miedo y dolor. Kalena tocó el cuello de Nigel para que este la liberara del lugar seguro que su cola formaba, caminó o más rápido que pudo hacía su amigo y cuando este cayó de rodillas al suelo su corazón se saltó un latido, la piel se le puso de gallina por la impresión e intentó ir más rápido aunque cuando quiso notarlo, Khowan ya estaba junto a él preguntándole cosas.

Cuando llegó a su amigo y hermano intentó agacharse a la altura de Doss, pero cayó; por suerte Nigel estaba ahí y la sostuvo de alguna manera que disminuyó el impacto con el suelo. Y lo agradeció, sus heridas aún dolían bastante. Una vez que estuvo frente a su amigo de la infancia lo tomó por el rostro mientras este miraba el suelo ignorando las preguntas de su hermano.

—¿Q-qué? —logró murmurar con la voz rota, se obligó a ignorar el dolor creciente que comenzaba por correr en su cuello luego de esa pequeña palabra y el espíritu de las que le había dicho a su hermano segundos después.

No quería pensar en eso justo ahora, solo hacerlo le dolía el corazón. Aunque sabía que más tarde, debería decirle sus motivos a Khowan. Kalena sabía que no tendría otra opción.

Pero ahora importaba Doss y solo Doss.

Pocos segundos después de sostener el rostro de su amigo y zarandearlo suavemente él finalmente enfocó su vista en ella. Kalena pudo ver en sus ojos verdes el dolor y las gruesas lágrimas que lo inundaban por completo, el color verde y extraño en los ojos de Doss era el mismo color que todos los Franguell compartían y que los hacía particularmente exóticos.

Y aunque siempre le había gustado el color de los ojos de Doss y de toda su familia, ahora solo le aterraba, ver el dolor, la tristeza, el desespero y demás emociones.

Doss la miró con esos ojos verdes abiertos al máximo, y aunque Kalena no podía hablar y preguntar todo lo que hubiese querido, él debió verlo en sus ojos.

—Fue Lou —dijo él con un susurró, pudo oír como su voz se rompía —. Se volvió loca.

—¿Qué? —preguntó Khowan esta vez —¿Cómo que loca?

—Se volvió demente —volvió a decir negando con la cabeza —. Estábamos almorzando y ella no hablaba en lo absoluto, sólo miraba su almuerzo. De la nada, unos de los amigos de papá le preguntó si se encontraba bien y ella le lanzó un cuchillo al ojo.

Kalena soltó un jadeó junto a su hermano. Sobre todo porque Lou jamás tuvo puntería.

—Y Lou n-no tiene puntería, es pésima en todo e-eso —aclaró Doss.

De alguna manera, Khowan logró levantarlo y lo llevó a uno de los sillones en los que estaban sentados el resto. Por su parte, se ayudó de Nigel que se mantuvo a su lado y se levantó caminando con una mano en la cabeza del animal para ir lo más rápido que pudo hacía su amigo. Sentándose a su lado mientras su hermano mayor se quedaba frente al cortesano sentado en una mesa quedando a la misma altura.

El Trono de Hielo #2 (TERMINADO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora