ᴏᴄʜᴇɴᴛᴀ ʏ ᴏᴄʜᴏ

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Después de relajarme, calmar mi respiración, mirar al cielo y contemplar las nubes grises que se acercaban avisándome de la tormenta que iba a caer, me levanté del suelo y decidí buscar a Levi.

Mientras atravesaba el bosque en silencio, las manos me comenzaron a sudar al ver que no encontraba ninguna señal de pelea, sólo un par de titanes muertos por el camino.

Por fin llegué a un punto donde habían ramas caídas por el suelo y un titán casi descuartizado, en ese momento me di cuenta de que él lo había vuelto a hacer, lo había derrotado.

No tardé en encontrarlo, arrastrando a Zeke por el suelo, quién además de la falta de brazos y piernas tenía la cara completamente desfigurada, yo arrugué mi nariz al ver eso.

—Da pena verte, pedazo de mierda.—Soltó Levi agarrando el pelo del rubio totalmente asqueado.

—Pero tranquilo, no voy a matarte, no por el momento.—Finalizó de hablar, levantándose y comenzando a caminar arrastrando a Zeke por la tierra hasta que me vio.

Nuestras miradas se entrelazaron y todo el odio que había en sus ojos se esfumó en unos segundos, soltó al rubio y empezó a andar apurado hasta mí.

Yo no pude evitar sonreír, porque aunque supiera que él es el hombre más fuerte de la humanidad, algo dentro de mí no podía evitar tener miedo a que Zeke consiguiera derrotarlo de alguna manera.

Corrí hasta sus brazos, rodeándole el cuello mientras él me elevaba en el aire sujetándome la cintura.

Su aroma varonil me inundó las fosas nasales, e incluso cerré los ojos imaginando estar toda mi vida entre sus brazos.

Unos segundos después me separé.

—¿Y ahora que vamos a hacer? Todo se ha ido a la mierda.—Murmuré, y él apoyó ambas de sus manos en mis mejillas con ternura.

—Volveremos al cuartel y alguien del cuerpo se comerá a Zeke, es la solución más rápida.—Habló, y yo asentí con la cabeza apretando los labios.

—Todo seguirá teniendo sentido mientras estés viva.—Añadió, haciendo temblar mi corazón.

A veces se siente tan bien importarle tanto a alguien, que alguien te proteja pase lo que pase.

Siempre pensé que algo así no existía, quizás fue lo que me hizo pensar la relación de mis padres, pero me he dado cuenta que estaba muy equivocada.

—Vámonos.—Dijo, y volvió sobre sus pasos para llevar al moribundo Zeke.

No tardamos mucho en llegar al antiguo campamento, coger el primer carro que vimos con suministros necesarios para la vuelta y montarnos en él con un caballo que nos lleve.

—Descansa un rato, yo me ocuparé de todo.—Me dijo, subiéndose al carro y mirándome sobre su hombro.

Yo volteé la mirada hacia Zeke, quién estaba tirado en la madera, con humo saliendo por cada herida de su cuerpo, totalmente inconsciente.

—Tú deberías descansar también.

—Mientras antes lleguemos antes alejaré a este hombre de ti, saldremos ya mismo.—Yo asentí con la cabeza a sus rudas palabras, se le notaba preocupado, dolido, entendible después de todo lo que ha vivido en el día de hoy, no sé ni como sigue en pie aún.

Me enrosqué en una esquina del carro cuando empezó a cabalgar, rodeando mis piernas con mis brazos y entrecerrando mis ojos como pude.

No conseguí descansar mucho, mi cabeza estaba demasiado ocupada en darle vueltas a todo lo que está pasando, tanta información que se me hacía imposible dormir.

Apoyé mi cabeza en el borde mirando al cielo, que se había teñido de naranja por el atardecer.

Siempre amé los atardeceres, me atrevería a decir que son el fenómeno más bonito del día.

El carro se paró haciéndome mirar hacia Levi.

—Zeke está despertando, será mejor que no veas esto, va a ser desagradable.—Habló con esa seriedad de siempre, poniéndose de pie a mi lado.

—¿Después de todo lo que he vivido crees que lo que le puedas hacer a Zeke me va a desagradar?—La pregunta sonó mucho peor de lo que imaginé en mi mente, y las cejas del pelinegro se hundieron al instante.

—No quiero que me veas...—Agachó la mirada, la primera vez que veía a Levi agachar la mirada.—... de esa manera...—Finalizó.

Yo me levanté para estar a su altura.

—Hagas lo que hagas, te seguiré viendo de la misma manera.—Le tomé la mano, y nuestras miradas se hundieron la una en la otra, sintiendo un agujero en el pecho.

—Sé quién eres, te veo... lo que hay en ti...y me encanta.—La voz se me cortó en la última palabra, vi en sus ojos que realmente necesitaba escucharlo, me sentí necesaria para alguien por primera vez en los últimos cuatro años.

Igualmente, como me lo había pedido, bajé del carro de un salto, y caminé hasta el caballo para darle de beber agua, pues estaría cansado tras la larga caminata.

Mientras llenaba el pequeño cuenco que había conseguido con agua, escuché como Zeke comenzó a gimotear.

—Ya estás despierto.—Le dijo Levi.

—Oye, para, mejor no te muevas, te he puesto un alambre alrededor de tu cuello que está conectado al detonador de esa lanza, si haces movimientos bruscos harás que explote dentro de tu tripa y te parta en dos.—Continuó hablando, y yo alcé la cabeza para intentar ver la lanza que le había puesto.

Apreté los labios intentando ignorar la conversación y le ofrecí el cuenco al caballo, quién comenzó a beber rápidamente.

—Que putada no poder morir cuando te pasa algo así, pero no me das lástima.—Seguía hablándole a Zeke.

La frialdad de sus palabras helaron mis venas.

—Has utilizado las vidas de mis subordinados...¿Acabar gimoteando y cubierto en tu propia mierda era parte del plan?—Escuché como sacó la espada del equipo de maniobras y los gritos de Zeke empezaron a retumbar por todo el campo.

Yo apreté los labios, era desagradable escucharlo no me imagino como sería verlo.

Apreté mi mano contra mi pecho al pensar que yo había sido quien le arrebató muchas vidas a sus subordinados.

—No grites, cerdo de mierda, tengo que hacerlo o acabarás transformándote en titán.—Cerré los ojos entre suspiros.

No me das ninguna pena, Zeke, no me das ninguna pena.

Eres escoria y eso es lo que se merece la escoria.

Los gritos cesaron.

—Mis gafas, ¿donde están?—Preguntó segundos después, con una voz ronca y dolorida.

—Y yo que sé, tú ya no las necesitas para nada.—Respondió con dureza el capitán.

Yo intenté recomponer mi compostura, los gritos de dolor me trajeron muy malos recuerdos, un cajón de mierda que no quería abrir ahora mismo.

Calmé el revuelo en mi mente y volví a subir al carro.

—En marcha.

ᴀʟᴍᴀ. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora