Parte 26

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Despierto con un dolor de cabeza terrible y la garganta reseca. Tengo una resaca terrible y no recuerdo haber bebido tanto en mi despedida de soltero.

De hecho no bebí en lo absoluto. Soy un pésimo bebedor. Tres copas son más que suficientes para hacerme perder la conciencia.

Me levanto con los ojos cerrados. Los rayos del sol que escapan entre las cortinas me molestan. Por lo que dejo que mis otros sentidos me guíen, desmaterializándome hasta la cocina. Donde una doncella del servicio se encuentra atendiendo a Evangeline.

- ¡Agua! – casi ladro a la chica –

Ambas mujeres pegan un brinco al oírme, Evangeline se sorprende tanto que el vaso se le escapa de las manos y termina roto en el suelo de madera de la cocina.

La chica del servicio baja al suelo y comienza a recoger los vidrios.

Uno el entrecejo ante el eco que provoca el estallido del cristal en mi cabeza.

Evangeline se une al Demonio con la intención de recoger los vidrios rotos y mantienen una pesada charla sobre cuál de las dos debía llevar a cabo esa labor.

- ¡Basta! – protesto – ¡Evangeline levántate! Y tú. – miro a la chica – ¡Márchate!

- Sí mi Príncipe. – alega la sirvienta obedeciéndome en el acto –

- Tan temprano y ya estás armando un alboroto.

Digo caminando hacia ella, que se encoge en el lugar al verme acercármele mientras su semblante se torna muy pálido.

- Buenos días. – sonrío besándole en los labios, el cuerpo de ella se vuelve de piedra ante mi tacto – ¿De verdad? – me quejo – ¿No vas ni a recibir el beso? Solo porque medianamente te grité. Estás muy susceptible esta mañana.

Lleno un vaso de agua del grifo y abandono la cocina.

Al volver a la habitación, ya consciente, descubro el desastre.

Fragmentos de encaje desparramados por el lugar, junto a brillantes piedras mezcladas entre cintas, hilos plateados y perlas. Sobre una butaca está el velo enredado y...en el suelo junto a la cama, lo que queda del vestido de novia, el juego de corsé con las medias y la cinta de blonda azul rota.

Tomo una fuerte bocanada de aire mientras avanzo a pasos lentos hacia la cama; las sábanas están hechas un lío, en el centro de la maraña de tela hay sangre.

Sangre de ella.

Pruebas de su virginidad perdida.

- ¿Qué ocurrió anoche?

- ¡Aaaaaaaaarrrrrrggggggg!

Ella y la sirvienta vuelven a sobresaltarse al escuchar mi voz, pero estoy demasiado molesto ahora mismo como para prestarle atención a algo tan simple.

- ¡Te he hecho una pregunta!

- ¿No recuerdas nada de lo ocurrido anoche? – la mirada de ella se ve perdida, niego con la cabeza –

- ¿Ayer? – ella eleva la mano derecha y el brillante que luce junto a la alianza dorada pone un poco de lucidez en mi mente –

- Fuera. – digo apoyándome en una mesa que hay delante – ¡Fuera! – grito furioso –

- ¡No! – niega ella conteniendo a la Demonio – Ya basta de estarle gritando al servicio solo porque estás teniendo una resaca producto de la borrachera que tuviste anoche.

Se queja ella, pálida como un cadáver.

- Necesitamos hablar.

Miro a la chica que desaparece envuelta en una nube amarilla.

Luz [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora