EPÍLOGO: PARTE II

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EL HONOR DE UNA DAMA.
EPILOGO; PARTE II
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La pareja busco a Eleonore por todas partes, aquello no podía esperar un momento más. Si dejaban eso para alguna formalidad se iban a arrepentir y quizás las consecuencias a largo plazo los persiguirian. En ese instante, las amenazas de Meyer llegaron a la mente de Candy, esos temores en Terry eran bien infundados y lo que quería hacer era por ellos dos.

Terry quería mantenerla segura, quería mantener a su madre tranquila y en paz, era por ello que la loca decisión que se había formado dentro de su cabeza. Era por eso, que quería tanto que Candy y Eleonore la aceptaran sea lo que fuera.

—Madre ¡Mamá! —Llama el joven buscándola por doquier. el pecho de latía fuerte, y en su mente trataba de organizar las palabras para poder hablarle y pedía a su padre en el más allá y al Creador que fuera entendido, al igual que los motivos que lo iba a llevar a aquella decisión tan drástica.

La encuentra saliendo del salón de costura que le había facilitado a Karen, era el momento en el cual debía enfrentarla.

—¿Estas seguro? —Pregunto Candy al joven. Se mantenían unidos de las manos, de esa forma, tendría todas las fuerzas y el apoyo de ella.

—Seguro —Contesta. Vuelve a tomar aire y se prepara para ir hacia Eleonore —En el nombre del Padre, hijo y Espíritu Santo. —Con nervios se atreve a llamar.  a la reina, todo el cuerpo le tiembla, pero no había marcha atrás —¡Mamá!

Al escuchar como Terry le llamaba, Eleonore se gira hacia él con una sonrisa. Adoraba cada instante en el cual él le decía de esa manera, va hacia su hijo aguardando por lo que ella cree, es la decisión más importante de su vida. Y sea cual fuera, ella la aceptaría, para bien o para mal.

—Te... tenemos que hablar, solo nosotros —Dice mientras aprieta suavemente la mano de Candy. Necesitaba estar con ella a solas, en su mente, ya había empezado a hacer todos sus mapas de escape en caso de que su madre tuviera alguna negativa.

—Yo... creo que...

—No —Ordena Eleonore —Ven con nosotros. Esto te compete a ti también.
Los tres se dirigen de nueva cuenta a la oficina de Lord Richard, sin percatarse de que alguien detrás de ellos los siguió con sigilo.

La rubia cierra la puerta y se prepara para escuchar a la pareja. Nota al chico nervioso, el rostro sonrojado y con una de las manos metidas en un bolsillo y la otra tomando a Candy. A su parecer, él ya le había comentado sus planes a la rubia y ante la manera como ella le daba ánimos supuso que estaba de acuerdo con él.

—¿Qué pasa, cariño? ¿Hay algo que quieran decirme?

—¡Si! Yo... he tomado una decisión... Yo... No quiero reinar —Escupe el joven de una vez —No estoy preparado y no creo estarlo nunca. Así que no.

—Hijo... —La rubia se recuesta del escritorio de brazos cruzados. Ya se imaginaba que tomaría esa decisión de forma arbitraria, estaba peleando por su libertad. Pero se tomaría su momento para deliberar con él —Dame tus motivos, las razones por las cuales vas a renunciar a lo que te pertenece.

—Son... son muchas... son centenares y creo que la primera es por la seguridad de mi pecosa —La mira y no puede evitar que el corazón se le llene al deleitarse con su compañía —Y la segunda es que, todo lo que me pasó, todo lo que implica, arriesgar a quienes quiero solo porque alguien no está de acuerdo. Por una absurda corona que solo ha traído tragedias prefiero quedarme como un simple humano, sin ostentar nada.

—Es tu herencia.

—¡Una herencia que me quito todo! —Reclama furioso, Candy toma la mano de Terry con más fuerza para tranquilizarlo. Imaginaba lo difícil que era para él tener que recordar cada instante como le habían arrebatado a su padre.

EL HONOR DE UNA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora