100. La mirada lo dice todo

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Connor

Nada es perfecto, aunque lo parezca, ni las situaciones, ni las demás personas, pero sobre todo nosotros mismos. Darnos un minuto para reflexionar y asimilar las cosas buenas o malas que hemos hecho es importante en cierto punto, cualquiera se podría retractar de alguna decisión que tomó y hacer algo al respecto, como también alegrarse y sentir que hizo lo correcto, pero quedarse estancado, indeciso, también es normal. No siempre sabemos que hacer luego de una situación de risas, discusiones o hasta llanto sin embargo tenemos que demostrar lo que creamos adecuado. El futuro no lo sabemos, pero si controlamos las decisiones que lo construyen y eso es lo que todos deberíamos tener presente, que cada paso que des hoy cambia el mañana.

Con aquel pensamiento subí las escaleras hasta llegar a mi cuarto, mis hijos son adolescentes, no miran con esa perspectiva las cosas, se equivocan y ¿Qué puedo hacer yo para hacerlos entrar en razón? A pesar de que soy su padre también soy persona, intento dar lo mejor de mi para criarlos solo y que muchas veces no entiendan me entristece porque siento que no estoy dando un mensaje claro. Para mí nunca ha sido la solución castigarlos y dejarlos llorando o hasta ignorándome como lo hace Emily, sino darles esa instancia para que encuentren el motivo, que se den ese minuto para reflexionar y decir "si, cometí un error" o "pude haberlo hecho de otra manera".

Me recosté en la cama por un momento solo para descansar. No planeaba en lo absoluto caer en un sueño profundo y despertar a las dos de la madrugada acalorado y con las sábanas empapadas por el sudor. A pasos lentos me salí de la cama y toqué mi frente. Como médico y padre experto en resfriados de los chicos puedo confirmar que por primera vez en el año tengo fiebre y en el peor momento.

— ¿Hijo? —mi pequeño se removió incomodo y la gota de sudor le comenzó a caer por el rostro—. Levántate un momento, tesoro.

— Mmm —se quejó lloriqueando.

— Vamos que tengo que cambiar estas sábanas y volver a tomarte la temperatura.

— Estoy bien papi.

— Eso lo diremos cuando haya resultados ¿mhm?

— Ay no quiero nadaaa —estiró los brazos empujándome con delicadeza haciendo una pataleta.

— Yo tampoco a estar hora tesoro, créeme, pero estamos nadando en esta cama por lo tanto hazme caso —puede que haya exagerado un poco pero funcionó porque se llevó las manos a los ojos.

— Tienes la nariz roja, papá —Mateo sonrió y fui a verme al espejo.

— Dios santo.

Tiene toda la razón. Por un segundo me espanté y luego diez estornudos juntos me atacaron y alcancé a tomar papel para limpiarme. Mi madre seguramente me diría que me vistiera y fuera al hospital de inmediato porque estoy temblando literalmente como si hubiese -10 grados bajo cero por aquí pero como soy un cobarde, si, lo admito, no pienso ir sabiendo lo que me espera. Como paciente no soy el mejor, conozco los procedimientos, las enfermedades y lo que me van a decir o administrar.

Salí al pasillo para buscar un vaso con agua ya que no soporto el dolor de garganta al toser y me di cuenta que estaban todas las luces encendidas y las carcajadas resonaban en la sala. Sin mentir me molestó un poco que a estas horas de la noche algunos de ellos no estuvieran durmiendo y cumpliendo las horas de sueño al pie de la letra.

Al pisar el último escalón uno de mis hijos se volteó y su cara fue de real sorpresa.

— ¿No estabas durmiendo, papá?

Los únicos dos que estaban despiertos fueron los que menos me esperé.

— ¿Me pueden explicar que significa todo esto? ¿Ustedes no duermen?

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora