Miércoles, 6:00 pm, Japón.
Era un día tranquilo en una de las escuelas más famosas del país, la UA. El atardecer caía sobre las modernas instalaciones, pintando el lugar de tonos cálidos, formando un ambiente tranquilo y apacible.Las clases ya habían finalizado y la mayoría de los estudiantes ya se habían ido a sus dormitorios o a sus respectivos hogares, a excepción de un par de estudiantes, quiénes solicitaron una de las muchas salas de práctica para entrenar un poco luego de finalizar su jornada.
Katsuki Bakugou, un estudiante orgulloso, con un quirk increíble, quién desde que lo manifestó a temprana edad tenía un futuro de indudable grandeza, un estudiante a quien no le importaba la opinión de nadie y solo se concentraba en su objetivo, de carácter y personalidad fuerte, se encontraba teniendo un colapso emocional.
Eijiro Kirishima, un estudiante tranquilo, animado, muy amable y servicial, con una moral impecable y objetivo noble, se veía envuelto en una situación complicada.
Su mejor amigo estaba pasando por algo, algo que no quería contarle, y aunque podía deducir parte del problema, quería hablarlo con su amigo, porque eso hacen los amigos a su parecer.
Sin embargo, sus incontables intentos de tener una conversación sobre lo que sucedía eran en vano, su rubio acompañante lo interrumpía con explosiones y golpes. Llevaban "entrenando" por lo menos una hora, una hora en la que la mayoría de movimientos fueron de Bakugou, interrumpiendo a su contrincante cada que recuperaba el aliento y decía algo.
Bakugou tenía algo, algo pasaba por su cabeza y Kirishima lo notaba, no estaba siendo calculador como siempre lo era, soltaba ataques y explosiones al azar hacia él. Podía ver su ceño fruncido de siempre convertido en una mueca de frustración, su respiración era descontrolada y eso lo cansó mucho más rápido de lo que se agotaría normalmente.
-BAKUGOU!!- gritó fuertemente Kirishima, tan fuerte que temió que algún profesor que siguiera en la institución lo hubiera escuchado.
Tal gritó pareció haber funcionado, ya que el mencionado dejó de lanzar ataques, se quedó quieto en su lugar respirando pesadamente y observando a su amigo con una mirada vacía.-Suficiente por hoy.- soltó pesadamente el rubio, Kirishima no sabía si Bakugou se encontraba más agresivo o más pasivo, era una extraña combinación de ambas y no le gustaba.
Se dirigieron hacia las duchas en completo silencio, ya que Kirishima estaba seguro de que su amigo había decidido tomarse un momento para hablarle de lo que sucedía, sin embargo ese momento nunca llegó, Kirishima esperó pacientemente, pero Bakugou no dijo una sola palabra.
Al salir de los baños caminaron rumbo a los dormitorios, bajo el mismo silencio que mantuvieron los pasados quince minutos, silencio que Kirishima no soporto más.
Se posicionó frente a su desanimado amigo, impidiéndole el paso, vio su seño fruncirse aún más, estaba por abrir la voca para insultarlo cuando el pelirrojo lo interrumpió.
-Bro, no sé qué te sucede, y entiendo si decides no hablarme de eso, no voy a obligarte, pero cualquier cosa que te suceda puedes contar conmigo, eres mi mejor amigo, y eso hacen los amigos sabes? Apoyarse.- Bakugou solo observaba a su amigo hablar, seguía encabronado, muchísimo, pero no le gustaria desquitarse con Kirishima, ni hacer algo innecesario que terminara en el pelirrojo alejándose de el por su culpa.
-Sabes que hablar con tus amigos no es de débiles, verdad? De hecho creo que hablar de tus problemas con alguien es muy varonil y- Kirishima sabía muy bien que lo que más odiaba el rubio era parecer débil y que lo subestimaran, por eso intentaba mostrarle que contar con sus amigos no lo haría lucir de tal forma, sin embargo Bakugou lo interrumpió.