Capítulo 31: Duelo

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Marzo 1, 1977

Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería

Dormitorios de Slytherin

5:30 p.m.

Stella mantenía su varita en alto apuntando hacia Ryder, el cual sostenía una manzana verde sobre su cabeza. Estaba algo nervioso a pesar de mantener su usual semblante aterrador. Ella repetía un poco el hechizo mentalmente antes de siquiera mover su varita, haciendo que el miedo en Mulciber se comenzara a apoderar de él.

—Me arrepentí, ya no los voy a ayudar—Mulciber se movió un poco, aunque se detuvo al sentir la mirada de Sev.

Él se encontraba acomodando algunas cosas de su material de pociones en un orden específico.

—Me lo debes, Ryder ¿A qué temes?—Sev ladeó la cabeza antes de sonreír de lado.

—A que el hechizo me dé en el pecho por su incompetencia—él negó mirándolos—¿Siquiera ha hecho este hechizo antes? ¿Y si falla el tiro?

—Yo nunca fallo—Stella gruñó un poco y sonrió divertida—. Cobarde.

Mulciber levantó las cejas al oír eso.

—¿Disculpa? Que no esté en tu casucha, no me hace cobarde, traidora.

—Que lindo apodo, cobarde—ella ladeó la cabez—, pero eso tampoco te hace valiente.

—Bien, dispara—ordenó Mulciber acomodándose nuevamente la manzana.

Stella enfocó su vista en la manzana. Mantuvo su varita en alto, analizó cómo debía hacer el movimiento para evitar dañarlo y exclamó:

—¡Sectumsempra!—Mulciber cerró los ojos por inercia, esperando el impacto contra su rostro.

Para su sorpresa, sólo escuchó dos golpes secos a sus costados. La manzana estaba cortada exactamente por la mitad. Ryder sentía cómo le regresaba el alma al cuerpo después de eso.

—¡Ya quedo libre! ¡No te debo nada, Snape! ¡Váyanse a la mierda!—comentó Ryder para comenzar a empujarlos fuera de la habitación.

El golpe de la puerta seguido de un encantamiento resonó por todo el pasillo en dirección a la sala común. Stella no pudo evitar reír por el pánico que tenía Mulciber, cosa que hizo que Sev ladeara la cabeza.

—Sádica.

—Ni tanto.

—Me divierte siempre que dices que nunca fallas—se encorvó lo suficiente para quedar de la misma estatura—, pero ese tiro no lo hubieras hecho después de los ochenta intentos fallidos.

—Párate derecho—Stella negó mirándolo—. Además, ahora tienes una cicatriz muy genial en tu mejilla.

—Comparto cicatriz con Potter—Severus se acomodó obedeciendo lo que señaló.

—A ti te queda mejor.

—Tampoco se trata de mentir para convivir, tampoco de mentir para caer bien.

—Ay, acéptalo, eres lindo.

—Lo aceptaré cuando aceptes que si fallas y seguido.

—Sobre mi cadáver—Stella sacudió la cabeza—. No puedo permitirme fallar...

—¿Y eso incluye aceptar que fallaste?

—Así es.

—Merlín, tu familia si que es orgullosa.

—Lo sé, se sabe.

—Hablando de eso ¿Cómo sigues con eso de tu tío?

—Pues justo soñé con un recuerdo de él—se mordió el labio antes de verlo—. Recordé que él me iba a enseñar duelo y que mencionó que mi mamá era buena.

La Noble Casa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora