D I E C I S I E T E

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Bárbara'

El sol calienta mi espalda cuando me despierto, siento que estoy siendo observada, y al momento siguiente recuerdo que Leonel durmió en la misma cama que yo la noche anterior.

De hecho, los tres dormimos en la cama, me desperté de madrugada y me di cuenta de que Leonel había puesto a Manuel en la cuna y dormía plácidamente a mi lado.
La mirada de paz era clara, al igual que la exuberante belleza.

Abro los ojos y lo veo parado junto a la cuna plegable de nuestro hijo, le acaricia el cabello y luego me mira. Sus labios se estiran en una sonrisa emocionada.

—No puedo esperar a que se despierte. Son idénticos durmiendo. —observó y volvió a mirar a Manu.

—Somos idénticos en todos los sentidos. —hablo convencida aún sabiendo que no era cierto. Los dos eran absurdamente parecidos.

—No. —se rascó la nuca volviendo a la cama, vestido con su camisa blanca y pantalón de chándal negro.

—¡Tenes que confesar que no!

—¿Como esta tu mamá? —le pregunté cuando se sentó en la cama.

—Está bien, creo. —dijo con tristeza — Luchamos duro, ¿sabes? Era mucha información.

—Yo se. Imagino que para ella también fue difícil.

—Quizás.

—¿Ella va a venir?

—A los médicos no les pareció bueno viajar, algo podría pasar... —su mirada se volvió distante, y me di cuenta que ese algo significaba algo serio.

—Podes llevarlo cuando volvamos. — sugerí, tratando de animarlo.

—Nosotros, ¿no?  —arqueó sus gruesas cejas mientras me miraba.

—¿Nosotros? —pregunté confundida.

Leo nunca usó nosotros en la misma oración cuando se trataba de Manuel.

—Bárbara. —se acercó. —me senté y quedamos cara a cara.

—Fui un idiota y no quiero volver a serlo. Quiero estar lo más cerca posible de vos. Quiero conocerte, pasar el rato con vos y escuchar tus historias. Aguantas tanto, te admiro tanto. Estoy sin palabras,

Me quedó sin palabras, Leo me mira.
El hermoso rostro de Leo merece ser enmarcado, pero de alguna manera Mateo viene a la mente.

El deseo crece por él y supera todo tipo de atracción que he sentido por Leo desde ayer.

Algo dentro de mí patea, pidiéndome que me aleje del papá de mi hijo.

—Creo que podemos conocernos... —digo y él asiente. —¿Y tu boda?

—¡Ah!  —evanta la mirada con una irónica y hermosa sonrisa. Mirandome otra vez —Fue la locura de mi mamá, una de tantas. La chica estaba enamorada de otra persona, así que les dije que se fueran y entonces yo también sería libre. Bueno, que yo sepa se casaron en Grecia.

El ruido en la cuna de Manuel indica que se ha despertado.

Leo se levanta rápidamente y se dirige a su hijo. Lo lleva a la cama y lo pone sobre su panza, dejando a nuestro hijo sentado sobre el suyo.

Nuestra cercanía de alguna manera me conmueve. No sé si es porque es el padre o porque he fantaseado tanto con tener una familia. Haber imaginado cómo seríamos los tres juntos.

—Buen día, mi amor. —le sonrío a mi hijo y él me corresponde, moviéndose en el vientre de su padre, sostenido solo por sus manitas.

—Gracias por permitirme compartir esto con ustedes. —Agradece mirándome y sin contestar vuelve a jugar con el niño que sonríe abiertamente.

papá sustituto; trueno  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora