Capítulo 20 Todo cambia

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¡Hola Candyfans!

Este capítulo se hizo esperar, pero les aseguro que no fue por falta de ganas, sino de tiempo. Les agradezco su paciencia. Según lo prometido, aquí está la actualización que se estrenó hace unos días en mi página mariadoslunas.com, más específicamente, en el enlace https://mariadoslunas.com/2022/04/05/paraiso-para-dos-capitulo-20/

Soy de la opinión que una historia debe ser autoexplicativa y no hacen falta aclaraciones... sin embargo, varias personas me han dejado sus inquietudes sobre el actuar de Candy.

En particular, me preguntaron si su boda con Albert no cuenta para ella... ¡claro que sí!

Pero piensen que le mostraron pruebas de la boda de Albert, por eso ella incluso siente que cometió una grave falta al convivir con un hombre casado.

Piensen que esta historia se desarrolla en la sociedad de hace un siglo, cuando los prejuicios sobre los huérfanos y las madres solteras era mucho peor que ahora (que no hemos mejorado tanto como quisiera).

En la medida de mis habilidades, procuro ser fiel a los personajes tal como los conocimos en el anime/manga/novela. Creo que Candy está dentro de personaje al poner a todos antes que a ella misma. Y bueno... ¿qué sería un fic sin algo de drama?

Ahora sí...

o +

Candy acudió a la oficina del dr. Johnson como él le había pedido y tomó asiento frente al amplio escritorio de caoba.

Desde su ingreso a trabajar en el hospital de Detroit, el dr. Johnson había sido una figura protectora para Candy. Era un hombre que amaba su profesión y trataba con respeto a todo el personal. Si Candy hubiera conocido a su padre, le habría gustado que fuera como él. Tal vez, el mismo tío William guardaba parecido con el doctor.

Esta mañana, el dr. Johnson parecía preocupado.

-Claire... he recibido reportes de que tu estómago te sigue dando problemas.

-Pondré más cuidado dónde paro para comer -dijo Candy, intentando sonar despreocupada.

-Son náuseas matinales, ¿no es cierto? -contestó él con tono serio.

Lo que en realidad estaba preguntando era otra cosa y Candy lo sabía. Ella solo asintió con la cabeza.

Tras un largo silencio, el doctor dijo:

-El ambiente de un hospital es muy riesgoso para tu condición. Yo no diré nada al respecto, pero... si no buscas una salida pronto, la verdadera razón de tus malestares se sabrá de todos modos, tarde o temprano, y en medio de un escándalo. Digo esto por tu bien.

-Lo sé.

Candy bajó la mirada hacia sus manos, que se apretujaban con ansias sobre su regazo. Sabía que un día como este iba a llegar, pero había esperado poder conservar su trabajo un poco más.

El doctor, que había notado la fascinación de Neil por la bella enfermera, interrumpió sus pensamientos.

-¿El señor Lagan lo sabe ya?

-¡No! Es decir... sí, pero él no... Doctor, esto no es lo que usted se imagina. Las razones por las que me encuentro en esta circunstancia son muy penosas, y no puedo hablar de eso. Sin embargo, no se debió a una imprudencia de mi parte. O tal vez sí. Ya no estoy segura de nada.

El doctor sacó papel y estilográfica de un cajón y comenzó a anotar una dirección para entregársela a Candy.

Ella sintió que el corazón se le encogía al leer en la nota: "Casa de Maternidad y Expósitos"

-Aquí pueden ayudarte cuando llegue el momento -dijo el doctor-. Acogen a las madres solteras hasta que llega el parto y luego velan por la colocación de los niños en familias que desean adoptarlos.

A pesar del temblor que amenazaba con dominarla, Candy logró dar las gracias antes de ponerse de pie para irse.

-Espera, Claire.

El doctor sacó de su billetera todo el dinero que traía consigo y lo extendió hacia el frente para que ella lo tomara.

-No hace falta -protestó Candy.

-Ahora no, pero quizás más adelante. Tómalo, por favor. Te dije antes que no voy a decir nada, pero si tus síntomas ya fueron tan evidentes para mí, la gente no tardará en darse cuenta. Yo que tú, no esperaría más de una semana para irme.

Candy dio una larga caminata al salir del hospital. Solo reparó en su cansancio cuando tomó asiento en un parquecito.

Aunque lo intentó, no podía pensar en otra cosa. En su cabeza giraban mil pensamientos, pero no sacaba nada en claro, y lloraba calladamente.

La vuelta hasta su casa nunca le había parecido tan larga, ni las escaleras hacia su apartamento más cuesta arriba.

Una vez que pudo tomar un respiro en casa, acarició su vientre y murmuró:

-Ya he llorado suficiente, con eso no voy a resolver nada. No sé qué vamos a hacer ahora ni cómo lo conseguiré, pero te prometo que estaré siempre contigo, y voy a amarte con todo mi ser.

Dentro de su corazón se encendió una llamita de esperanza, esa misma que había logrado sostenerla en pie durante los momentos más difíciles.

En ese momento, alguien tocó a la puerta.

Contra todo pronóstico, Neil había vuelto a buscarla. Lucía un impecable traje de lino beige. Se veía tenso y algo pálido, pero decidido.

Tras un incómodo intercambio de saludos de cortesía, Neil fue al grano:

-Candy, vengo nuevamente a ofrecerte mi mano en matrimonio.

-Pero, Neil...

-Escúchame con atención. Lo he pensado con detenimiento y quiero que consideres seriamente lo que voy a decirte. Sé muy bien que no estás enamorada de mí como yo de ti. Pero ya no se trata solo de tus sentimientos, se trata de la criatura que está por nacer. Candy, no podrás trabajar en el hospital por mucho tiempo más y entonces... ¿qué harás? ¿Volverás al Hogar de Pony donde apenas pueden sostener a todos esos niños?

-Imposible -murmuró Candy.

-¿Lo ves? Tienes que dejar que te ayude. Yo te amo, Candy, debes creerme. No podría soportar verte llevar una vida de penurias y estrecheces solo porque el hombre con el que te casaste ya no está. Yo estoy dispuesto a criar a tu hijo como si fuera mío.

-¿Qué dices?

-Si pudieras asegurale una buena vida al hijo que esperas, si pudieras evitarle el dolor de crecer sin un padre... ¿estarías dispuesta a ser mi esposa?

Lo que Candy vio en los ojos de Neil fue una sinceridad y una ternura tales, que no pudo evitar conmoverse.

o + o

Cuando Georges colgó el teléfono, se quedó helado.

-Vengo con noticias. El señor Neil Lagan, pide audiencia con usted para pedirle su apoyo para casarse. Sus padres se han negado rotundamente, pero él acude a usted por cuestión de honor. Dice que... su prometida espera un hijo suyo.

-¿Neil... protegiendo el honor de una mujer? Debe amarla de veras. Supongo que después de lo de Archie me eché la fama de cupido -dijo Albert con melancolía-. Recíbelo en mi nombre, entérate de lo que puedas y ya hablaremos de eso.

Georges se aclaró la garganta, nervioso. Dio un paso más hacia Albert y se aseguró de que lo miraba a los ojos:

-William, no lo has escuchado todo: la novia es... Candice White-Ardlay.

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