Parte 1/2

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Es que el quería mucho a su pareja.

Desde que a los 13 se presentó como un alfa, a Katsuki siempre le dijeron lo mismo, una y otra vez sin descanso.

"Eres un alfa Katsuki, tienes que ser dominante, tienes que encontrar un omega al que puedas criar y tener muchos cachorros. Los demás están para servirte, no tu a ellos. Estas en lo más alto de la cadena alimenticia. No lo olvides nunca"

Su madre, una alfa con un fuerte olor, siempre le repitió lo mismo toda su vida. Mitsuki no es que fuera mala o violenta con su padre. Realmente no, pero se podía apreciar desde lejos el dominio de puño que ella ejercía sobre el omega.

Ciertamente nunca olvido sus palabras. Pero, todas dejaron de tener sentido cuando conoció a su pareja.

Katsuki Bakugou es un alfa de 28 años, que trabaja como bombero, y lleva dos años casado con Eijirou Kirishima.

Un bonito omega pelirrojo de 27 años. Lo conoció cuando trabajaba en una estética. El y su olor a fresas con crema, fueron suficientes solamente una de sus sonrisas, y el omega lo tuvo en la palma de su mano por el resto de su vida.

Bakugou lo amaba muchisimo.

A sus ojos, no había nada más lindo que el omega de cabellos bermejos.

Katsuki tardó alrededor de un año y medio cortejando al omega. Y no es que Kirishima fuera muy caprichoso o exigente, realmente no, y en realidad, rápidamente cayó ante todas las atenciones que el rubio le daba. Y aunque ese año y medio en realidad no fue necesario. Según Katsuki, Eijirou no merecía menos que un año y medio de consentirlo a más no poder.

Todos los días, iba una y otra vez a la estética en donde el chico trabajaba. Lo esperaba una hora hasta que el pelirrojo terminara su turno, y se lo llevaba a almorzar, luego lo invitaba a un café, o al cine, y terminando lo llevaba a su casa.

Cuidaba de tener especial atención cuando el omega platicaba sobre las cosas que le pasaban o le gustaban. Para así, poder llegar al día siguiente con un pequeño obsequió para el. Sus dulces favoritos, sus películas preferidas, las comidas que más le gustaban, si prefería gatitos o perritos.

A Katsuki le gustaba tanto el omega, que jamás se aburrió de escucharlo hablar y hablar todo el día. El dinero comenzó a importarle poco cuando pensaba en comprarle algo al pelirrojo, o llevarlo a algún lugar a donde pudiera divertirse.

Y después de casi tres años de consentir al pelirrojo peor que chihuahua de niña rica. Estaba esperando a su omega en el altar, con anillos de oro blanco listos para adornar sus dedos. Y diciendo nada que no fuera cierto. Que siempre lo iba a amar y a cuidar.

Katsuki era muy feliz ahora. Vivía con Kirishima, todas las mañanas despertaba con él olor a fresas con crema del pelirrojo. Todos los días podía abrazarlo, y besarlo, y estar con el.

Y desde entonces, todas las palabras de su madre ya no tenían sentido.

Ella decía "Un omega tiene que estar para ti y servirte, no permitas que sea rebelde, si es necesario un castigo, entonces castigalo"

Pero Katsuki prefería arrancarse la mano antes de siquiera pensar, alguna vez, pegarle a Kirishima.

Además, Eijirou era su pareja, no su sirviente ni un perro al que podia mandar. Kirishima siempre fue libre de ir a donde quisiera, hacer lo que quisiera, y decir lo que quisiera, y jamás recibiría ni un solo manotazo a cambio.

En realidad, con todo y su naturaleza omega, Eijirou siempre fue muy firme y recto con sus decisiones. Parecería una abobinacion para cualquier otro alfa. Pero quien decidía las cosas, realmente importantes, era Kirishima.

Candy Candy |KatsukiriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora