En la región más alejada del suroeste de Gerade, se encuentra una de las regiones más desconocidas para todos los habitantes del mundo. Es una región bastante salvaje con especies animales únicas como los leones o las bestias mastodonticas; sin embargo, la verdadera razón de lo inexplorado de la región es que en realidad es controlada por una raza legendaria, alabada por muchos y hasta temida: son los ángeles.
En realidad, nadie había visto un ángel desde hacía mucho tiempo, por lo que las personas no estaban seguras de cómo eran y se llegaron a crear distintas concepciones acerca de ellos. De todo esto, podemos declarar como verdadero es el hecho de que ellos sirven al ser supremo y principal figura de adoración: el Divino Áribo.
Un ser de luz, cuya figura es la de un gigantesco hombre centelleante que ostenta una sublime corona, símbolo de su poder y magnificencia. Sus alas no tienen comparación con ninguna cosa en el mundo y se dice que el es quien cuida el mundo de los abominables demonios y de su malévola reina.
Áribo y sus ángeles más poderosos habitan en una fortaleza escondida entre las nubes, pendientes y alertas de lo que ocurra en el mundo. Precisamente en este lugar, moraba un ángel que, a diferencia de otros, era muy despreocupado y no le interesaba pelear a pesar de ser de los de mayor rango. Un día, este ángel descansaba en la torre del centinela, cuando llegó volando alguien más:
-¡Kasanay! -llegó gritando una chica sumamente hermosa, vestida de una armadura ligera y una fina espada -Al fin te encuentro.
-¿Qué pasó? -contestó Kasanay sin siquiera volver su mirada.
-Lord Áribo quiere saber si ya estás listo, pero por lo que veo, ni siquiera llevas tu armadura. ¿Acaso te enseñé a ir tan despreocupado?
-No me fastidies, sabes que es mi hora de descanso. Además, nunca ocurre nada en las fronteras, los humanos siempre se asustan con las visiones de Abadd.
-Tal vez deberías formar parte de los Djinn entonces.
-...
-Pero claro, está el asunto de tu "pequeño" miedo al mundo.
-No empieces con eso.
-Entonces, ¿Qué es lo que te detiene?
-No lo sé, pero prefiero no averiguarlo.
-Sabes, siento que a pesar de ser amigos y también maestra y alumno, a veces somos como un par de extraños. Siempre nos evades y no quieres salir de este lugar.
-Este lugar no es tan malo.
-... No lo sé. Solo sé que existen criaturas que desearían tener un par de alas y tú justamente no aprecias las tuyas. Me gustaría algún día poder viajar contigo y llevarte a lugares que he tenido la oportunidad de encontrar y explorar.
-... Yo...
La conversación fue interrumpida por el sonido de una trompeta que indicaba la llegada de un mensajero.
-Kasanay, vamos.
-De acuerdo.
De inmediato, todas las tropas se reunieron en La Real Audiencia de su Divinidad para descubrir lo que el mensajero tenía que decir. Desde los querubines, pasando por los serafines y llegando a los arcángeles, cada uno con su armadura brillante además de estar organizados por batallones y grados, aguardaban el reporte frente a su señor, que presidía desde un gran trono y cuyos ojos azules dirigían su atención al susodicho emisario.
-Traigo noticias de los Djinn -tomó la palabra -el señor -- dice: "Hemos procedido con la misión como se planeó, sin embargo no pudimos encontrar específicamente lo que su Divinidad deseaba, fuera de eso no hay nada relevante que reportar".
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La Cruzada de los Cinco Caídos: El Heraldo Rebelde
FantasyEste mundo es vasto y misterioso, aun mas para quien jamás en su vida lo ha explorado. Pero Kasanay tiene más que eso, tiene temor a estas tierras. ¿Qué es lo que tanto le aterra? ¿Qué motiva su indiferencia? Sea como sea, su sentir no es de importa...