I.

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Quería desprenderme de este mundo. Quería cerrar los ojos e irme donde dicen aquellos llamar la gloria, el cielo o el edén, donde fuera descansar de tanta aflicción y putrefacción, pero yo era aquella perversidad.

Sabía que aquel glorioso no me dejaría entrar, yo estaba pagando mis penas. 

Mi hijo estaba ahí viéndome con la misma cara que me vio toda la vida, miedo. La muerte estaba tan cerca, pero mi sagacidad me respiraba el cuello.

- ¿Quieres desconectarte?- me preguntaba mi hijo.

-Sí, creo que es hora de terminar el caos causado.- Él asienta y enseguida le llama a los doctores, sabía que a él no le dolía, él me odiaría toda su viveza.

Los médicos llegaron y dieron la orden de desconectarme, yo solo cerré los ojos para saber lo que seguía.

En el cuarto únicamente podemos escuchar un Pip-Pip Pip-Pip PIIIIII--------------------- y ahí abrí los ojos esperando encontrar el paraíso, pero como había dicho el glorioso me quería en el infierno y ahí me encontraba. Veía como los doctores me veían con sorpresa, estaba ahí condenado a mi aflicción.

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Una línea tenue de la sinuosidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora