Nadie es perfecto, nadie suspira sólo por suspirar, nadie piensa sólo por pensar, todo tiene una razón y vos sos esa razón, esa razón inoportuna y tan simple. Sin embrago no somos perfectos, tú y yo ya no servimos para nada juntos, no creo dejar correr los ríos ya que en ellos van nuestros lindos y tan amarrados sentimientos y recuerdos, porque nunca me permitiría soltar las memorias buenas y malas que dejamos a nuestro paso. Un huracán devastador , pero que dejó mucho conocimiento y aprendizaje, pero también dolor y destrucción. Mirar el cielo fue lo más bonito, verte ahí brillando sin haber muerto es algo precioso y brillante. Estamos tan lejos de ser felices y tan lejos de ser perfectos. Estamos tan lejos, pero tan cerca, como enero y diciembre, como lunes y domingo, como tu corazón y el mío. Supongo que el uno para el otro no éramos ni seremos y ya no quiero que nos hagamos más daño. Así que por eso me voy y te dejo solo, pero acompañado, acompañado de los bonitos y apartados recuerdos que formamos juntos.
Los lindo y preciosos momentos que teníamos cada que nos íbamos a dormir, bajo la luna no, pero sí bajo el manto de nuestra paz mental; la cuál se fue como arena en el viento.
De lunes a domingo encerrados en esos corazones y pensamientos oscuros dentro de un sendero de luz no combinaban y lo comprendo hasta ahora.
Sin embargo, a pesar de todo, no me quiero ir. Somos como los planetas, de cerca tan lejos y de lejos tan cerca. ¿Lo intentamos de nuevo? ¿Te diste cuenta de lo bipolar que soy? ¿Y si esta vez lo hacemos bien? piénsalo por fis; tal vez sea bueno.
Mientras tanto volemos entre todos estos sueños y esperanzas como los zancudos en mi cara por las noches a 40 grados...
Querámonos como dos caballitos de mar en un mar lleno de oportunidades. Sonríeme y alumbra mis días cual farola de aceite.
Perdámonos de nuevo en los laberintos de nuestras mentes y dolorosos pensamientos.
Seamos uno mismo, o más bien, ¿uno más uno...?
—Sparta.
