Esteban recibió a Ros a la salida del aeropuerto. Ella venía seria, demasiado según él.
―Hola, mi Brillant, ¿cómo estás?
―Cansada, muy cansada.
―Vamos a casa para que descanses.
―Sí, gracias, amor.
El silencio fue aplastante y el camino se hizo largo para la pareja.
Al llegar, Ros saludó a los niños y los abrazó muy fuerte, parecía a punto de llorar. Esteban la tomó de los hombros y la abrazó.
―¿Qué pasa?
―Nada, creo que estoy muy cansada, además, nunca me había separado tanto tiempo de los niños.
―Ya estás aquí, no te preocupes.
―Sí, el viaje de vuelta se me hizo muy pesado.
―¿Por qué no vas a acostarte?
―No, ya es tarde para dormir, prefiero acostarme temprano.
―Como quieras, ¿tienes hambre?
―Sí, quiero comer algo.
Esteban fue a la cocina a ordenar que prepararan comida, Flor le había guardado almuerzo, pues se imaginó que llegaría a comer.
―Gracias ―dijo con sinceridad el hombre.
―¿Le pasa algo?
―No, no.
―¿Seguro? ¿Quiere un café o un té?
―Sí, me voy a tomar un té, no me siento muy bien.
―Ya se lo preparo.
Esteban volvió a la sala donde Ros se encontraba, tenía la mirada perdida, Esteban la contempló unos minutos sin que ella se diera cuenta. ¿Qué le podría haber pasado? Esperaba que no le hubiera ido mal en su control. Ella nunca había querido hablar acerca de la razón por la que había llegado a la clínica del doctor Schwartz, él tampoco había querido indagar, eso estaba en el pasado y allí debería quedarse, aunque en ese momento no estaba tan seguro.
Tomás observaba a su jefe, lo vio dudar entre irse o acercarse a su mujer. Ganó lo último. Él se retiró sin ser visto.
―Jefe... ―le habló Alejandro, deteniendo a Tomás.
―Dime.
―Hay algo de lo que quiero hablar.
―¿Qué sucede?
―Vi algo que me llamó la atención y lo corroboré con las cámaras de seguridad del aeropuerto.
―¿Qué fue lo que viste?
―Vi a uno de los hombres que trabajaban en el gimnasio al que iba la señora Rosmeiry, pero luego vi a otro, como si no anduvieran juntos, como si no se conocieran.
―¿Y el video de las cámaras?
―Las tengo en un pendrive, pero ahí muestra que la señora Ros venía con uno de ellos.
―¿Ella está con ese hombre?
―No, las cámaras muestran que ella parecía asustada de él.
―Vamos a ver eso, necesito saber de lo que me hablas. Espero que Stefanko no esté involucrado.
Tomás y Alejandro salieron de allí, seguidos por Giancarlos, que también les tenía noticias no muy alentadoras.
Gus y Evelyn entraron al departamento felices, volvían de un pequeño viaje a la costa. Se besaron y Evelyn rio coqueta.
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Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)
RomanceLas cosas en las familias Medero y Arriagada se supone que están bien. Después de que Verónica muriera a causa del disparo de Nicole y de que Esteban se recuperara milagrosamente, esperan que las cosas marchen bien, el problema es que con Klaus en e...