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Capítulo 24: ¿Qué tanto podría herirme?

El sol brillaba espléndidamente en Corona, y con la llegada de la Casería de Buena Voluntad de la Tuza, todo el reino estaba de buen humor. Bueno casi todos, a Cassandra no le gustaba está festividad, de hecho no le gustaba ninguna de las festividades del reino, más que todo está porque enserio, ¿por qué un nombre tan largó? No era más fácil decir que era una casería de Tuza y ya, ¿era tan necesario agregar eso de "buena voluntad"? Era muy largó e innecesario. La única excepción era el Festival de las linternas, y eso sólo era porque era el cumpleaños de su hermana menor. También era el cumpleaños de Varian, pero lamentablemente ese día no era una festividad en el reino. Otro motivo del por qué estaba tan de mal humor, era porque el rey le había dado el gran "honor" de cuidar de la tuza, todo un privilegio sin duda.

Mientras Varian, este día la parecía algo muy bonito pero también le estresaba pensar cuantas personas entre la multitud de cuidados deben odiarlo luego de lo sucedido en Old Corona. Y sí, tal vez exageraba, pero nunca se sabe y la verdad está seguro que algunos debían aborrecerlo seriamente. Papá no le había vuelto a dirigir la palabra luego de aquel día donde él perdió todo el control sobre sí mismo y dejó salir ese lado suyo que traía caos y destrucción, ese lado suyo que podría llegar a matar a alguien. ¿Qué pasaría si fueran sus hermanas? ¿Qué pasarían si fuera Hugo? ¿Qué pasaría si fuera Eugene? ¿Qué pasaría si fuera Adelaida? Nunca podría perdonarse por algo así, jamás.

Y en cuanto a Rapunzel, se la estaba pasando bien oyendo el discurso de su padre sobre el Día de Buena Voluntad, era su primer festival de Buena Voluntad y estaba emociona, quería pasarla bien e relajarse de todo lo estresante que habían sido estos últimos días. Sin olvidar su preocupación por Cassandra y Varian, quienes se habían distanciado luego de ir a la casa de Varian hace una semana. Sus hermanos apenas se dirigían la palabra, y se evitaban entre sí, era como si no quisieran verse. Al principio creyó que era cosa suya, que pronto todo estaría bien, pero con el pasar de los días se dió cuenta que no sería así. Entonces ahora hará lo que mejor sabe hacer desde que salió de su torre, ser una figura pública amada por todo el mundo, ocultando sus verdaderos temores e preocupaciones. Tal vez es la única cosa que sabía hacer bien. Entre algo que la había ayudado además de las charlas con Eugene, rediseñar el sello del Festival de Buena Voluntad había sido como un golpe de aire fresco a su día a día, dejándola olvidarse de todo por un momento y simplemente ser feliz. Ser una chica feliz.

Su padre le dió la palabra, lo que significaba que tenía que actuar como tal y no como lo hizo el día de su coronación. Ser la princesa que todo el mundo a de amar. La gente grito de alegría y aplaudió, como debía pasar. Y ella sólo esperaba estar haciéndolo bien.

—Gracias, muchas gracias. Son tan gentiles.—Les agradeció a todos con una amable sonrisa, como debía hacer. O eso creyó hasta que oyó como entre la multitud de ovaciones se podía oír un claro "Boo". Le pareció muy amable, así que decidió regresar el gesto, aunque su padre no se veía muy feliz con aquella ovación. —Y un boo también para usted, señor.

Creyó haberlo hecho bien, todo perfecto y sin errores. Ella no sabía lo equivocada que podría llegar a estar.

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Se encontraba caminando por las calles del reino junto con Eugene y Hugo, sólo harían una rápida caminata para saludar a los cuidados de Corona y luego irían directo a ver a sus hermanos y a Adelaida. Su papá le había dado el honor a Cassandra de cuidar a la tuza Gregorio este año, lo cual para ella fue un gran privilegio que Cassandra se merecía llevar con orgullo. Aunque ella no se veía tan feliz con aquella noticia.

—Rubia, reconozco que el pueblo de Corona te ama—le comentó Eugene, los tres estaban saludando a los cuidados con alegría (bueno, quizás Hugo no lo hacía). Aunque ella sabía que toda la atención lamentablemente estaba puesta en ella por ser la princesa.