Caliente como el infierno

Chinfrim XVI

Demonio: Jungkook.
demonio: Hoseok o Namjoon

Los dioses de este siglo han cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean la luz del propio demonio y de la gloria del Diablo.

Las manos grandes de Jungkook apretaban el volante de cuero, usando cierta fuerza a medida que sus finos dedos golpeteaban inquietamente el mismo; formando un leve sonido irritante, se sentía impaciente.

El cuerpo bien trabajado era cubierto por un terno negro, Desmond Merrion, mientras se apoyaba de forma relajada sobre el asiento del vehículo. Lucifer miraba la calle, sin tener un rumbo por primera vez.

La irritación que lo habitaba parecía rasgar su piel, consumirlo, hasta que finalmente se extendió por completo. Ese circo de volver a los infiernos lo cansaba continuamente. Siempre fue absolutamente consciente de lo que estaba haciendo y de las consecuencias que tendría.
Sabía que sería innegable que había llegado el momento de su regreso, pero no quería abandonar la tierra ni lo que había creado en ella. Le molestaba demasiado saber que en cualquier momento se convertiría en un vasto y pequeño recuerdo.

Cerró los ojos melancólicamente, suspirando a medida que sentía su pecho palpitando y luego vaciarse.

No había mucha trancadera, lo que era raro puesto que las calles de California eran muy concurridas, especialmente durante las noches.

Repitió el suspiro anterior, con la intención de tranquilizarse, necesitaba pensar en otra cosa para entonces decidir qué sería correcto hacer.

El Diablo necesitaba un escape, con gran urgencia. Quién sabe quizás conocer un nuevo club, con colores y canciones diferentes, disfrutar de nuevos hombres y mujeres, beber todo lo que le fuese ofrecido, lícito o no. Para finalmente gozar de su estancia en la tierra, antes de que le fuese brutalmente interrumpida.
Sin embargo, su corazón y su Corvette lo guiaban hacia otro camino, que pasaba por calles muy bien conocidas por sus llantas, su volante y él mismo.

Jimin era su verdadera salvación, tan fuerte como un viejo whisky

No tardó para que el convertible estuviese fuera de la residencia de los Parks.
Pisó su cara suela con rigidez, sobre el pasto poco verde y empezó a caminar con tranquilidad, luego volvió su atención hacia la puerta nueva, esta era idéntica a la anterior, de madera débil y modesta.

Jeon negó fríamente recordando el momento en que la rompió, apenas había llegado y el deseo de romperla nuevamente se mostró con intensidad y violencia.

Tocó la campana, una vez, manteniéndose dudoso de su funcionamiento, debido a que nunca la había usado.

La puerta fue ligeramente abierta, dándole una vista de Karen.
Instantáneamente la mujer le sonrió, exhibiendo sus blancos dientes, muy semejantes a los del anaranjado. Ella era una mujer muy bonita.

—Oh, Jungkook. ¿Cómo está?—su pregunta fue hecha con un tono emocionado, a pesar de que su voz demostrara cierto desgaste.

—Estoy bien, Karen.—sonrió simpático.—¿Está Jimin?.—su voz curiosa se notaba seria, incluso cuando estaba intentando ser lo más gentil posible.

—Sí, está. Entre, por favor.

Abrió la puerta, dándole espacio para que el otro pudiese entrar a la residencia.
Sin más rodeos el Diablo pasó por la entrada, quedando frente a la vieja escalera.

—Bueno, estoy terminando de limpiar las habitaciones, lo dejé en la cocina. ¿Quiere que lo acompañe hasta allá o puede ir solo?.—sus manos gesticulaban mientras exhibía una expresión de cansancio y prisa.