Masajeo mis sienes mientas trato de entender el libro de poesía que nos dejaron como deber para la clase de literatura. Los poetas son personas realmente transtornadas o al menos éste señor. Mi teléfono suena y veo que es un mensaje de Mari.
No he hablado mucho con ella últimamente, creo que inconscientemente estoy intentando evitarla. He hablado con Fer sobre la conversación que tuve con mi madre, Fer dice que debería hablar con Mari y sincerar mis sentimientos hacia ella. No lo voy a negar, me aterra la idea, porque ni siquiera sé si ella está interesada en mí de la misma forma en la que yo lo estoy por ella.
Para empezar, ni siquiera sé que es lo que quiero obtener de ella exactamente, sé que me siento muy bien cuando estoy con ella, también sé que me gusta mucho su sonrisa y lo mucho que sabe sobre lo que le gusta hacer. Pero no sé sí estoy interesada en ella de forma romántica o quizás sea un siempre amor platónico.
Pensado en tanto me he leído alrededor de seis poemas sin entender absolutamente ninguno. Gruño con frustración y me levanto de mi escritorio. Doy un par de vueltas en la pequeña habitación tratando de distraer mi mente en algo más que no sea todo éste enigma de Mari y los estúpidos poetas transtornados.
Que más da, tomo mis llaves y salgo a dar una vuelta. Necesito pensar en algo más. Voy a la cafetería de las residencias y compro un jugo de naranja y vuelvo a la habitación, en cuanto abro la puerta me encuentro a Valentina saliendo del baño con su toalla tapándole el cuerpo.
Entro y cierro la puerta rápido para que nadie que deambule por el pasillo la vea. Me siento de nuevo en mi escritorio para volver a centrar mi atención en el tonto libro.