Capítulo XX: La Consciencia - Parte II

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~°~°~ Capítulo XX: La Conciencia ~°~°~

~°~°~Parte II ~°~°~

Al llegar al hospital, ingresó de forma precipitada. Si bien el personal médico ya lo conocía, siempre debía dar sus datos al ingresar, pero esta vez se pasó por alto los protocolos. Corrió de inmediato hacia la habitación a la cual había estado atado por estas tres largas semanas. Abrió la puerta de golpe, agitado, siendo víctima de las miradas sorprendidas.

Ahí estaban, aquellas esmeraldas que había extrañado tanto, esas que, si bien eran compartidas en tonalidad con Saga, tenían un brillo único, singular. Abrazadas por las largas y abundantes pestañas, parpadeando lentamente, con su boca entreabierta. Ahí estaba, semisentado por la inclinación de la camilla, con sus brazos sobre sus piernas, cubiertas por aquella delgada sábana blanca. Podía ver su rostro, al fin, sin la cánula nasal.

No pudo contenerse. Corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, sin lastimarlo. Sus brazos temblaban, sus piernas apenas lo sostenían, y sus párpados se empaparon de lágrimas. Sus labios repetían constantemente el nombre de su amado.

Saga lo sostuvo del hombro, acto que Radamanthys entendió para soltar al gemelo. Deshizo el contacto tan íntimo, solo para encontrarse con la mirada perdida y confusa de Kanon.

–Kanon, ¿te acuerdas de mí?

El mencionado abrió un poco más la boca, como queriendo decir algo importante. Pronto la cerró por completo, y movió levemente su cabeza en un gesto negativo. Sus cejas se elevaron juntas, demostrando un pequeño lamento, un "lo siento".

Para romper el momento incómodo, Saga tomó la palabra para presentarlos.

–Él es Radamanthys Gastrel, somos muy unidos, ha estado muy pendiente de ti todo este tiempo. Por otra parte, disculpa a Kanon, está un poco aturdido con tantas cosas, sus memorias no son muy claras aún, pero según los doctores es completamente normal.

–Si, claro, es lógico... –dijo sintiéndose un idiota. Comprendió perfectamente la situación y buscó disimular su decepción, enfocándose en lo grato que era ver a Kanon despierto.

El inglés le dirigió algunas palabras de cortesía: que estaba muy feliz de verlo despierto y ansioso por poder ir de viaje juntos a comer diferentes cosas. Kanon lo miraba atento, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Repentinamente, dio un suspiro profundo y sus párpados caían pesadamente. De inmediato, el enfermero encargado tomó sus signos, y acomodó la camilla para que descansara. Los otros dos expresaron su angustia, pero la médico de cabecera los tranquilizó, indicando que solamente necesitaba dormir, y que debía hablar con ellos en privado.

–No sabía que éramos tan unidos –cuestionó Radamanthys a Saga mientras caminaban a la oficina de la doctora.

–¿Qué más podía decir? De otra manera, Kanon no podría confiar en alguien como tú.

–¿Y confía en ti? –Cuestionó, un tanto en broma, y un tanto más en serio.

–No estoy seguro. Creo que es muy pronto para confirmarlo –respondió Saga luego del incómodo silencio entre ellos.

La doctora ingresó a la oficina, y les mostró los exámenes clínicos. Explicó que la recuperación de los tejidos dañados de Kanon había sido todo un éxito, pero que por el tiempo que estuvo en coma será necesario tener terapia física y psicológica. Indicó que sus procesos neuronales pueden ser lentos, pero que con el tiempo y los ejercicios adecuados lograría regresar a la fluidez de antes. En cuanto al habla y los recuerdos, los iría recuperando con terapia y con la ayuda de las personas más cercanas.

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