Desea a Felix.
Haría todo lo posible para que este sea suyo.
Realmente estaba obsesionado.
Es como si fuera la droga más adictiva.
Su droga.
Su Felix.
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Esta novela puede contener lenguaje fuerte y comportamiento sexual entre m...
—Oh, por fin decides aparecer nuevamente— digo rodando los ojos.
—Es correcto, me han dicho que la has pasado mal sin mí— este disimula una risa.
—Estas muy equivocado, no sé quién te haya dicho semejante mentira— me cruzo de brazos, aunque literalmente fue así.
—Lo sé todo Lix, no puedes esconderme nada.
—Ya no me sorprende si cargo con un micrófono conmigo o si la casa está repleto de ellos y cámaras.
Se encoge de los hombros. Yo entreabro mi boca para quejarme, pero este habla primero.
—No es así— suelta una carcajada. —Tampoco voy a invadir tu privacidad.
—¿Perdón? Has invadido hasta mi espacio personal, besándome sin mi consentimiento— rebato.
—Mmm ¿Por qué traer el beso a la conversación? ¿Deseas otro? Fíjate que estamos cerca— dice divertido.
—Muchas gracias, pero no— digo.
—Ay por favor, deja de resistirte, sabes que quieres, además, ya me ¨conoces¨— hace las señas de las comillas.
Aún tenía mis dudas, no estaba seguro si era la persona que pensaba, mantenía mi mente engañada pensando que no era él aunque en algún lado de ella se iluminaba la idea de que si, tampoco quiero verme desesperado por saber quién es, pero muero de la curiosidad, por eso me he guardado el nombre, hasta recolectar más ¨pistas¨ de él.
—¿A qué se debe tu regreso tan repentino?— pregunto
—¿Cuál regreso? Pero si nunca me he ido— ríe a lo último.
—Idiota— murmuro.
—Disculpa, ¿Qué dijiste?
—Que eres un idiota, dije— digo más alto.
—Lo sé— dice y se encoge de los hombros. —Estaba dándote un pequeño descanso.
—¿Y ahora?— pregunto nuevamente.
—Ahora vengo con todo— dice y suelta una risita. —Por cierto, que lindo duermes, mira tu chat.
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No puedo deducir exactamente cuando la tomó, quizá fue mucho antes o después, pero había ingresado a la casa por segunda vez o no se cual vez sea, ya no me sorprende tanto.
—Oye, ¿Podrías dejar de entrar a mi casa? Por lo menos sin mi permiso.
—La verdad es que no lo he hecho— dice y se cruza de brazos.
—Entonces, ¿Cómo explicas esa foto?— igualo su acción.
—No lo sé, pero mira que hermoso te ves, me dan ganas de abrazarte como un oso de peluche— dice.
