Capitulo 49 (Editado)

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Capitulo 49

Había vuelto. Ese sentimiento tan puro y tan real, estaba ahí. Muy presente, por más que había intentado olvidarlo, sacarlo de su corazón, ahí estaba, tan vivo y gritando que le diera lo que quería, que volviera a él.
Lo amaba, pero, amarlo no le había traído nada bueno. Lo amaba, pero amarlo era doloroso. Sus ojos, la miraban con tanta adoración, esos ojos tan hermosos con los cuales soñó más veces de las que recordaba.
Se veía mejor, estaba más tranquilo, pero muy nervioso podía notarlo. Ese hecho no le quitaba lo atractivo, ningún hecho le quitaba esa verdad.
Le gustaba tanto, tanto como la primera vez que lo vió a lo lejos junto a su padre, cómo cuando hablaban de él diciendo que era peligroso, o cuando le habló por primera vez en ese mismo sitio. Era tortuoso, pero era real.

—Hola. —dijo con lentitud, no sabía qué decirle.

Dimitri por su parte sonrió, una sonrisa leve pero sincera, ella conocía su transparencia, así que sabía que estaba siendo él mismo.

—Hola. —se acercó a ella, con pasos nerviosos y sacó una pequeña flor que tenía en su bolsillo. —No pensé que vendrías. —el nerviosismo de su voz estaba presente. —Es una margarita, sé que te gustan.

Maya le sonrió con amabilidad y tomó la flor en sus manos. El contacto de sus dedos la hizo tener una clase de corriente en todo su cuerpo.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó luego de unos segundo después. —Sabes a lo que me refiero.

Él asintió mirándola fijamente, la estaba estudiando.

—Te ves muy bonita. —dijo con voz gruesa. —Estás viviendo con tus padres, ¿Cierto? No es que te vigile, es solo que allá me dijo... —meditó muchísimo sus palabras. —mi chófer que te había dejado.

A Maya le fue imposible no reír.

—¿Tu chófer? —preguntó sin poder evitarlo.

Dimitri le devolvió el gesto.

—Sí, pero ya no lo es más. —dijo con simpleza.

Se miraron a los ojos, con algo que ninguno pudo descifrar, con algo tan profundo que comenzaba a esparcirse por todo sus cuerpos. Algo lindo, pero complicado.
Estaba ahí en el sitio que tantas veces habían visitado, pero ya no estaban de la misma manera. Aunque si alguien más los viera dijera que eran dos enamorados negándose a sentir, negándose a ellos. Dos enamorados los cuales fueron víctimas de mentiras que hoy día les cobraban con dolores, y con lejanía. Era tan fascinate cómo triste para visualizar, así que era imposible imaginar el dolor de cada uno en esos momentos.

Maya se sentó un segundo después, se quitó sus zapatos y con la alegría de una niña colocó sus pies dentro del agua. Le dió una mirada a Dimitri para que le hiciera compañía y éste más que emocionado lo hizo.

—Estaba equivocada estos años con respecto a mis padres. —dijo una vez que él tomó asiento junto a ella cautelosamente. —Estuvieron esperándome y ese hecho me hace estar en paz ahora. —le comentó ella mientas sus dedos tocaban lentamente el agua.

Ese acto le traía demasiados recuerdos.

—Te veo mucho mejor. —dijo él a su lado, cerca pero a la vez lejos. —Me da gusto que estés con tus padres, te lo digo sinceramente. —lo escuchó carraspear. —Lamento mucho lo que tuviste que pasar.

Ella asintió mirando la tranquilidad del río.

—Me da gusto que estés vivo. —esta vez fue Dimitri quien soltó una risita nerviosa.

Dimitri no dejaba de verla. Siempre le había parecido hermosa, todo de ella le gustaba, ahora la veía tan imposible, tan lejana de él y para su mala suerte más le gustaba. Era su castigo, lo sabía.

Punto débil © (Versión Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora