Capítulo 30. Las copas de la discordia.

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Tres días antes

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Tres días antes.

Ronald West.

     Aparqué frente a mi casa y bajé de mi auto. Estaba tan molesto por lo ocurrido que todavía dentro de mí deseaba ir a acabar con esa pelea.

No podía quitarme de la cabeza el rostro afligido de Aurora cuando la dejé, me sentía una mierda de persona por haberle hablado como lo hice.

     Maldita seas, Adam Blake por ser un cabrón.

     Antes de introducir la llave al cerrojo había todavía una molestia de la cual ocuparme.

     —No te esfuerces por ocultarte, te he visto desde hace mucho —dije con un tono de voz más elevado. Un segundo después escuché el sonido de esa pistola gancho y ella descendió del techo hasta quedar detrás de mí.

     —Te recordaba menos astuto.

     Esa sonrisa petulante que tenía me irritaba un poco.

     —No me conoces en nada, Heather, ya dejamos las cosas claras, déjame en paz.

Giré la llave para abrir la puerta y sentí como me sujetó del hombro para detenerme.

— ¿Quién te ha golpeado?

Me hice hacia atrás y aparté mi mirada.

—No finjas no saberlo, sabes de donde vengo así que ahórrate esa inocencia que no te va.

—Déjame ayudarte, por favor, Ronald, traje algo de vino.

Señaló una mochila negra detrás de ella y sacó la botella de vino tinto.

—También traje dos copas, anda ¿No íbamos a intentar ser amigos?

—No respondí a eso, tú lo asumiste.

La aparté pero ella volvió a ponerse frente a mí.

—Solo un momento, prometo irme cuando me lo digas.

Enarqué una ceja y alcé mi brazo en dirección a la calle.

—Vete ahora.

Torció sus labios y me detuvo de nuevo.

—Háblame de ella, anda, y... te curaré esos golpes en la cara.

Puse los ojos en blanco y la miré, estaba decidida y desesperada por una respuesta positiva. Después de meditarlo unos segundos al final suspiré y solo asentí.

Ella sonrió muy chiflada y entró a la casa como si fuera dueña y señora, sin duda algunas mañas en ella no habían cambiado. Entré después de ella quien ya estaba en la sala, se quitó la mochila y la cazadora.

—Tu casa es linda.

—Es una casa y ya, nada especial.

Me miró y parecía esperar más entusiasmo de mi parte pero no era algo que me naciera con ella.

2º COLISIÓN: para siempre te protegeré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora