Un secreto olvidado. [Toto x Willy]

i.

Otro día en la granja había culminado, se podía ver a un grupo de 3 amigos reunidos en la entrada del granero, un gallo de aspecto fornido estiraba sus brazos cansado, el "¡crack!" de sus pobres  huesos fue audible, poco después sintió las delgadas pero cálidas manos de cierto amigo suyo de cabellos rizados dándole un masaje, a lo que la tensión se relajó.

Estaban de visita. El grupo de los huevos de confetti estaban hechandose una fiesta nueva, y los acróbatas deslumbrandolos por igual. Poco después habría una obra a la que todos asistirian dirigida por Coco, un gran espectáculo. A la mañana se retirarian, de todas formas.

- Y bueno, ¿qué esperas? - mencionó el soldado, señalando hacia la dirección del pequeño lago que la granja tenía, Toto se mostró confundido- perdido, tal vez por segundos, ya que se sumergia en la energía positiva que Tocino le estaba dando con el tacto.

Poco después se fijo bien y se dio cuenta de que hablaba su mejor amigo. Aquella gallina de lentes rosados se mostraba quieta en su lugar, dejando que sus pies tocaran la cristalina agua, leyendo aparentemente un libro sobre pelea de gallos. El padre de la joven era un ex peleador muy amado y a su vez ínfame.

Ya que fueron descritos por el mismo vigilante que mencionó a la gallina ahora mismo.

Sumando a que solía explicarle eso a los pequeños niños mientras relataba cuentos sobre los eventos de la cocina, cómo Toto era esta especie de héroe superpoderoso para Willy, lo que le daba gracia de cierto modo. No era tan increíble como su compañero relataba, el sentimiento de grandeza no era mutuo.

Volviendo a pensar en ella, Toto sintió sus mejillas enrojecerse de sobremanera. No era normal que se sintiera así de atraído hacia alguien. Sentía cómo sus largas alas revoloteaban al pensar en Di. O cómo él solía decirle, "Didy". El gallo tragó pesado, recostandose por el pecho de Tocino.

- No saldrá bien. Nunca me declaré antes, no sé si le gusto, ¡no podré despegar la cabeza del suelo durante meses si terminó por incomodarla! - habló entre dientes, de verdad no quería eso.

A diferencia del "soldado enamorado hablador", Toto nunca fue muy abierto con sus sentimientos. Era bastante obvio. Su orgullo lograba tomar lo mejor de sí mismo y por ende, era complicado saber si llegó a sentir algo más por alguien. Constantemente se mostraba irritado porqué su mejor amigo, Willy, era estúpidamente abierto con sus sentimientos sin ningún tipo de vergüenza y tenía una muy linda relación con aquella acróbata que encontraron en la feria aquella vez. Willy, insiste en que Toto cambiará cuándo encuentre a su "gallina ideal", y eso ya pasó. Toto odiaba demostrarse apenado por Di.

Aborrecía sentirse celoso cuando otros gallos nuevos o también gallinas coqueteaban con ella, se sentía dejado de lado y no tan bueno para la pelirroja. En vez de dar un paso, decidió reprimirse.

Tocino y Willy no saben de dónde salió esto. No pueden siquiera imaginar que fue tan doloroso para que Toto se haya rendido en el amor totalmente.

Pero Toto sí.

Recuerda la desesperanza que sintió aquella vez en que su primer amor fue robado por alguien más que apenas conocieron. Se sentía horrible, vulnerable. Supo que ahí no triunfaría en el amor, no cuándo la única persona que amo de verdad lo abandonó por otra tan rápido.

Odiaba ser celoso. Odiaba ser posesivo. No quería eso, el sentimiento era horrendo, y mucho más cuándo sabes que alguien nunca te pertenecerá. Cuándo sabes que una persona jamás podría sentir lo mismo por ti. Ojalá nunca hubieran ido a esa parte de la feria, sigue lamentándose eso.

El dolor que su corazón cargó fue de tan grande magnitud que jamás volvió a abrirlo a alguien. Gente venía e iba más eso no cambiaba para nada.

Pero... esta mujer de cabello corto, pequeñas pecas y personalidad tan amigable cambio eso para él. Sus plumas eran tan blancas como una nube y sus ojos le recordaban a las avellanas. Era momento de que siguiera adelante así como sus amigos lo hicieron de igual modo. Se sentía querido estando con ella, lastimosamente (según el gallo), bajo ese hombre orgulloso y valiente, se encontraba un corazón tan puro y sensible que nunca cambió desde que nació.