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III





Eran las 11 de la noche, estaba a punto de irse a dormir para levantarse temprano al día siguiente y seguir con el trabajo que había dejado pendiente.

Pero sus intentos de ir a la cama habían quedado frustrados al escuchar unos fuertes golpes sobre la puerta, se extrañó un tanto al escuchar dichos golpes y ver la hora... Dudó mucho en abrir, no se sabe qué loco podría encontrarse a esa hora en la calle.


Decidió bajar, habiéndose puesto el brazalete teletransportador, sólo por si las dudas.

Llegó hasta l planta baja y se acercó hasta la puerta.


— ¿Quién es?— Preguntó con voz fuerte, esperando algún tipo de repuesta al momento.

—Tetsu... soy yo, Aomine... 



Suspiró aliviado al saber que no era un maleante o algún tipo que quisiera herirlo o matarlo por los estudios científicos que habían dejado pendientes hasta ese día y que eran importantes.

Lentamente abrió la puerta y se encontró con un chico, que, a falta de luz tuvo que entrecerrar los ojos al notar cómo su piel morena se confundía con la oscuridad de la noche, pero también pudo notar que éste llevaba una maleta sobre el brazo.


—Aomine-kun... no es una buena hora para hacer visitas. — Bostezó y talló uno de sus ojos.

—Lo sé... — Dijo sin disculparse, pues aquellas formalidades no eran lo suyo —Te traje algo que te ayudará bastante— Mostró una sonrisa extraña que no pasó desapercibida por el peliceleste.

— ¿Qué es?—Entrecerró los ojos en señal de sospecha, pues cuando su amigo mostraba esa pequeña sonrisa, acompañada con ese tono de voz, nada podía ir bien.

—Ya lo verás...— Finalizó, para girar el cuerpo y hacerle señas a su compañero, dejando a Kuroko aún más intrigado ante sus acciones.



Lo siguiente que el de menor altura pudo ver, era cómo el rubio compañero de trabajo de Aomine y el mismo moreno entraban a su casa con una muy alta caja de madera; ambos cargaban el objeto y lo dejaron en el piso de la sala.

— ¿Qué está pasando?— Preguntó desesperado por saber qué estaban haciendo los dos cazadores.


—Aominecchi me pidió ayudar... y he cumplido con mi parte—Habló primero el rubio, regalándole al peliceleste una sonrisa tierna para luego empezar a caminar hacia la salida —Buena noche... —Demostró su educación para luego mirar a su compañero de trabajo —Aominecchi te veo mañana en el cuartel. — Y se fue tal y como llegó.


Kuroko aún estaba extrañado por la situación, y sin aguantar más su curiosidad encaró a su amigo moreno.


— ¿Qué pasa, Aomine-kun?— Preguntó de nuevo al no obtener respuesta a su anterior pregunta.

Just love me, pretenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora