Capítulo VIII: Canción

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-No voy a hacer eso, Poseidón. No pienso dejar a Bruce solo porque no sea un dios.

-¡Escúchame, niña! Tú llevas apenas quince años viviendo, mientras yo llevo milenios en la faz de la Tierra. Las relaciones entre humanos y dioses casi nunca funcionan. Fíjate en lo que le ocurrió a Heracles o algunos amoríos de Zeus. Al menos los atlantes son longevos, pero los humanos son débiles.

-Bruce es más fuerte de lo que te crees... Y muchísimo más valiente.- dije saliendo de la estancia muy cabreada.

Cuando pasé por delante de la habitación de Bruce, vi que estaba haciendo viguerías con Excalibur y con... El atuendo de antes.

-¿Qué haces con el atuendo aún? ¡¿Acaso quieres enfadar a Poseidón?! No sé siquiera si te va a echar de la Atlántida. ¡Compórtate, joder!- grité, asustándome a misma.

Bruce se me quedó mirando conmocionado y dejó la espada apoyada en la pared, aún con la vista clavada en mí. Balbuceó unas palabras que no entendí, pero de repente, una alarma extraña sonó en todo el templo.

-¡Chicos! Os estaba buscando. ¡Debemos evacuar la Atlántida de inmediato!- gritó mi madre mientras se acercaba a nosotros

-¿Qué ha pasado? Precisamente vinimos aquí para estar a salvo- pregunté, temiéndome lo peor.

-¡DOMINUS ESTÁ AQUÍ Y HA RAPTADO A HEFESTO!

Toda la rabia que me había dado la discusión con Poseidón se disipó en un instante y el terror volvió. Mi madre nos dijo que la siguiéramos y comenzamos a correr por los pasillos del templo hasta la salida, donde estaba el submarino con forma de pez espada esperándonos.

-¡Escapad! Hay una ruta fijada a la última ubicación conocida de Zeus. Es muy fácil de manejar y se pueden seleccionar muchos destinos, pero sobre todo: permaneced a salvo- dijo mi madre agarrándome suavemente la mejilla.

-No te voy a dejar aquí, mamá- dije, sin embargo, ella me miró con una expresión de la más desesperada súplica, así que entré al submarino.

Mi madre le dijo a Bruce una última cosa que no llegué a oír y él también subió. Nos sentamos y vimos que había una pantalla que decía "Xekiníste to taxídi".

-¿Qué dice ahí?- preguntó Bruce tímidamente.

-Comenzar trayecto...-

El chico me miró a los ojos y, lentamente, acercó su mano a la mía. Levanté la mirada poco a poco y se la agarré.

-¿Estás preparada, Narcisa?

Asentí con la cabeza y juntos pulsamos el botón de la pantalla. El vehículo salió disparado, dejando a la Atlántida y a mis padres a su suerte. No confiaba demasiado en que los dioses podrían contrarrestar la furia descontrolada que debía cargar el Mermado a sus espaldas, e incluso me sentía un poco cobarde al haber escapado no una, sino dos veces. Casi creía que debía luchar contra él... Pero el objetivo en ese momento era encontrar a Zeus, el único dios olímpico que no había acudido a la reunión en la Atlántida. ¿Qué le podía haber pasado al Rey de los Dioses? En la pantalla salía que el submarino se dirigía a una población griega muy pequeña: Limeni.

-Narcisa, ¿tiene nombre este submarino?- preguntó Bruce dejándome desconcertada.

-¿Que si tiene...? No lo sé. Ponle tú uno.

-Bueno... Parece un pez espada y si no recuerdo mal el trabajo sobre los peces que hicimos, su nombre científico es xiphias gladius, así que...-el chico se quedó pensativo un momento-Propongo llamarlo Gladius.

-Me parece bien. Y Bruce... ¿Qué te dijo mi madre?

-¿Decirme qué? ¿Cuándo?

-Antes de entrar al Gladius.

-Eh... Solo me deseó buena suerte.

-La vamos a necesitar, porque no tengo ni idea de cómo encontrar a Zeus si no está en ese pueblo.

Estuvimos un rato en silencio. Mientras yo me quedé perdida en mis preocupaciones, Bruce se levantó, se quitó la capa y la cota de malla y comenzó a practicar con Excalibur.

-Sería fantástico si tú también tuvieras un arma superpoderosa, Narcisa. ¡Imagínate por un segundo la cantidad de movimientos combinados podríamos hacer! ¡Sería épico!

-¿Cómo puedes preocuparte por eso ahora?- pregunté extrañada.

-Intento que no te comas el coco con todas las cosas que han pasado y con todas las que pasarán... Solamente eso.

Sonreí, me levanté y fui con él. Bruce desbloqueó el móvil y lo conectó al submarino con un cable.

-He descubierto que hay altavoces en el submarino y... Bueno. Ya sé qué música te gusta- dijo Bruce, y puso la canción "Born To Be My Baby" de Bon Jovi.

Una canción que me evocaba recuerdos maravillosos con él. La canción que sonaba cuando me regaló el anillo con la esmeralda que ahora llevaba en el dedo.

-De hecho, sí que hay una arma poderosa perfecta para mí. Es un tridente único e irrepetible, forjado por Hefesto, con un fragmento del corazón de Caos y una lágrima del titán Océano. Su nombre es Dakryma y técnicamente iba a ser entregado a Poseidón para combatir en la Titanomaquia. Sin embargo, ni él ni nadie era lo suficientemente poderoso para blandir el arma, así que fue escondida y casi olvidada- dije mientras me pegaba a Bruce.

-Apuesto lo que sea a que te verías bien con ese tridente.

Él y yo nos abrazamos y la canción acabó justo cuando nos dimos un beso.

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