No sé qué me pasa, lo veo de frente y mi piel se irrita, si enamorarme fuera un delito ya estuviera en la cárcel, tengo más inseguridades, ya estoy en sexto grado, todo empezó a ponerse peor, me sentía un poco mal, mas tímida, ya no quería verlo, ¿esto es normal?
Era otro día de escuela, y como siempre iba pensando en aquel chico por cierto, estábamos a 1 semana de que fuera carnaval, yo aquel día me había vestido con el uniforme del equipo de fútbol que jugaba en mi escuela, 2 horas antes de irme a jugar mi partido, teníamos un evento en el coliseo de la escuela, en aquel evento, buscaba entre la multitud de estudiantes a aquel chico, ese chico se veía guapo con ese uniforme que le lucia tan bien, yo logre encontrarlo ante toda la multitud, es magnífico, buscar y buscar hasta que llegas a encontrar a esa persona tan especial, ser admiradora de alguien tiene sus ventajas, aquel chico me vió, ¡me vió¡ ¿él también me busco entre la multitud o estaba alucinando? Aquel chico me sonrió, me hice la idea de que yo también lo atraía, ese chico es capaz de hacerme sonrojar sin necesidad de encontrarme porque su espía soy yo, de la pena sonreí y aparte mi mirada, ¿es normal sentir esta sensación? Acabó el evento y me dispuse a ir a mi querido partido, este día al parecer es de puras miradas, mientras jugaba en mi mente seguía aquel chico, no sé cómo el chico lo vea desde su perspectiva o si yo también rodeo su mente, esa es mi duda, de tanto pensar en el me hice un autogol, esto es tonto, pero me puse feliz festejando un autogol sin saber que me hice un autogol, me gritaban mis compañeras mi entrenador para que salga de mi trance, pero ya tarde para darme cuenta que aquel maldito autogol fue causado por aquel chico que andaba por mi mente, para bien del equipo ganamos y eso es bueno, pero sentía pena aun por el autogol que me deje hacer por nada, mis compañeras me codeaban diciendo “tremendo gol que metiste Clara” al punto de hacerme llorar, lo se soy una llorona, llegue de regreso a la escuela con cara de decepción aunque hayamos ganado, se supone que debería estar feliz.
Llegamos justo a hora de descanso, pero a la hora de descanso de los superiores, me iba a comprar un agua en el bar del colegio, y la señora no me quería vender, tuve que rogarle a esa señora para que me venda, me fui a sentar en el patio, pensando en aquel chico y lo que influyo en mi autogol, estaba solita sentada en una banca en el patio, maldiciéndome infantilmente hasta que levanto mi cara y me vi con aquel chico, fue mi primera conexión de miradas con él, aquellas miradas encajaron correctamente a la luz del compás, ¿cuántos sonrojos vamos? Volví a sonrojar, mi mirada penosa se bajó, mirando a aquella agua que compre, pero ¿era un sonrojo penoso? Solo quería irme corriendo de aquel sitio, me encontraba demasiado nerviosa y con ganas de llorar, llorar se ha vuelto mi vicio, no lo puedo dejar.